18: Hermanos.

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Querido Mimic:

¿Por dónde empiezo?

Ha sido una de las mañanas más difíciles de mi vida. Denki no me dirigió la palabra cuando nos cruzamos en la cocina y Shokko me miró asustado. No sabía dónde había pasado la noche mi madre. Estaba agotado porque no había podido pegar ojo, es lo que tiene la culpabilidad. Y, para colmo, iba a tener que volver a  ver a Katsuki después de nuestra discusión.

¿En serio le había dicho que su novia le ponía los cuernos? Solo lo había dicho par hacerle daño, pero ahora me arrepentía.

Cuando entré en la oficina, Yuga me detuvo con preocupación.

—Cariño ¿Estás enfermo?

—¿Tengo mal aspecto?

—Tienes unas ojeras que asustan, por no hablar de esa expresión de estreñido. Alegra esa cara, cariño.

—Ojalá pudiera.

—¿Tuviste un mal día ayer? Te vi salir, pero llevabas tal cara de rabia que no me atreví a saludarte.

—Hiciste bien. Al parecer, soy un cabrón cuando me enfado

—Izuku, eres un buenazo, de eso estoy seguro. ¿Te trató mal el Oni‐sama?

¿Me había tratado mal? Una pregunta difícil de responder. Desde luego, el encuentro con su novia había sido una canallada. Pero tampoco le había dado la oportunidad de explicarse, y lo que vino después no me hacía sentir orgulloso. ¿Por qué me sentía tan culpable si creía que él era el cabrón?

—Es complicado.

—Ese...

—No, no es culpa suya. Opté por el camino fácil, eso es todo.

Yuga me dio un abrazo.

—Oye, si necesitas hablar con alguien, estoy aquí para lo que sea.

Agradecí su gesto y me despedí de él, dispuesto a enfrentarme a otro día en mi puesto de trabajo. Pero me sorprendió no ver a Katsuki por ninguna parte. Siempre llegaba primero y se iba el último ¿Dónde estaba?

Al principio pensé que llegaría en cuestión de minutos y no le di demasiada importancia. Pero a medida que pasaban las horas y que todo el mundo empezaba a preguntar por él, me dije que algo debía de sucederle. Katsuki jamás faltaba al trabajo.

¿Dónde se había metido?

A ver, nada de aquello tenía sentido. ¿No había ido por verme la cara? ¡Imposible! Si yo no significaba nada para él ¿no? La escena con su novia me lo había dejado muy claro. Pero he de admitir que su decepción después de nuestra discusión me había desconcertado. Nunca había visto tan dolido a Katsuki. No entendía nada.

Fui al fuente del pasillo para beber agua. Entonces observé a una mujer rubia que caminaba en dirección al despacho y estuve a punto de atragantarme. ¡Era la hermana de Katsuki! La misma a la que había confundido con una amantes y la que me había visto salir corriendo de su casa.

Hice el intento de esconderme detrás de la planta artificial. Pero al ver lo  patético que resultaba, seguí bebiendo con la esperanza de que no me viera. Ella pasó de largo, suspiré aliviado. Me escabullí en dirección al servicio cuando volvió a salir.

—¡Oye, disculpa!

Me detuve. Que vergüenza ¿Qué iba a decirle? "Hola, sí, trabajo para tu hermano. Sí, soy el chico al que viste salir de su apartamento de madrugada. Noooooo, no es lo que parece. No estamos liados  en serio.

—Buscaba a Katsuki Bakugo, pero no está en su despacho. Su secretaria tampoco.

Se acercó a mí con una sonrisa ancha. Yo la observé. Ella me miró de manera interrogante, hasta que comprendí que no me había reconocido. Con toda probabilidad, había escapado tan deprisa de casa de Katsuki que no había tenido tiempo de verme la cara.

My Boss? No!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora