20: Emociones.

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Querido Mimic:

No soy rencoroso, ni me cuesta pedir perdón. Mi mayor problema es controlar esta bocaza que tengo.

Si Denki no me dirigía la palabra, allá él. Puede que las formas no fueran las correctas, pero en lo que dije no creo haberme equivocado. Si hubiera tenido el valor para decírselo antes, podríamos haber solucionado nuestros problemas como dos personas adultas.

"¿Cómo cuando no te dignaste a escuchar a Katsuki?".

¡Cállate, Mimic!

-Quítate de en medio, tengo que hacer la comida -me soltó Denki, malhumorado.

En vez de apartarme, me puse a cocinar yo.

-No eres capaz de pedirme perdón, pero bien que vuelves con tu madre -me recriminó, dolido.

-Lamento cómo lo dije, pero no me arrepiento de mis palabras.

-Pues deberías lamentarlo todo.

Shokko se metió entre nosotros y me tiró del pijama para que le prestará atención.

-Si os enfadáis, ¿seréis como esos matrimonio que se divorcian e intentan ganarse mi cariño con muchos regalos?

-¡Vete a tu cuarto! -gritamos los dos al unísono.

Shokko puso mala cara, agarró su Raichu de peluche y corrió a sentarse en el sofá. Mi madre intervino, aunque le había advertido que se mantuviera al margen.

-Oye, no se lo tengas en cuenta. Mi pobre hijo se comporta así porque se ha liado con su jefe. Ya tiene demasiadas cosas en las que pensar ¿no crees?

A Denki se le cayó la cuchara al suelo y soltó un grito.

-Gracias, mamá.

Ella sonrió como si fuera un cumplido.

Denki me dio un empujon. La satén, con toda la comida, fue a parar al suelo. Sin dudarlo, se lo devolví furioso.

-Pero ¿a ti qué te pasa? ¡Loco! -grité.

-¿A mí? ¡Qué te pasa a ti! Con que ser el otro no tiene sentido ¿eh? Vendo consejos pero para mí no tengo. ¡Serás falso!

-No es lo mismo, no compares.

-Ah ¿no? Claaaaro, lo tuyo es especial, perdona.

Quise decirle que sí, que, lo creyera o no, lo mío era distinto. Denki no tenía ni idea.

-Te voy a dar el mismo consejo que me diste tú a mí: quiérete a ti mismo y no seas tonto. ¡Con tu jefe, pedazo de...! ¡Con tu jefe, que tiene novia! ¿Sabes lo que te pasará cuando se harte de ti? ¡Qué te echará a la calle! Y entonces te quedarás sin trabajo y sin novio. Y, como siempre, seré yo quien tenga que aguantarte.

-Katsuki no es así -lo defendí furioso.

-Ja ja ja ja ¡ahora ya no es el señor Bakugo! Pero ¡qué falso eres, Izuku! Oh, no lo soporto. ¡Qué mal me trata! -me imitó con voz nasal.

Mi madre nos miraba sin dar crédito.

-Chicos, pero que sois amigos...

-¿Yo, amigo de este falso? ¡Antes muerto! -gritó Denki.

Fui a mi cuarto, me cambié de ropa y salí a dar un paseo. Mamá intentó detenerme, pero yo tenía que salir de aquella casa o no sé lo que le haría a Denki.

Me sentí como un tonto caminando por la calle a aquella hora de la noche, sola y sin un alma. De repente, me empezó a entrar el pánico y comprendí que deambular por la calle a las doce y media de la noche no era una buena idea. Estaba acelerando el ritmo cuando oí pasos a mi espalda y me metí en un portal abierto. Cerré la puerta, busqué la luz y respiré aliviado.

My Boss? No!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora