23: Segunda cita.

2.4K 330 537
                                        


Querido Mimic:

Me siento el protagonista de una película romántica.

No me había quedado a dormir. Ni Katsuki me lo pidió ni yo quise sugerírselo. Creo que los dos necesitábamos un tiempo para estar a solas después de lo sucedido. Nuestra relación había dado un giro que yo necesitaba asimilar.

Cuando llegué a mi casa, después de haber estado más de quince minutos despidiéndonos en el coche, Denki me esperaba sentado en el sofá.

-Has estado con él todo este tiempo ¿verdad?

Asentí, dirigiéndome hacia el sofá.

-OS he visto desde el balcón. Parece que le gustas mucho.

-Creo que sí.

-¿Y su novia?

-La dejó mucho antes de que tuviéramos algo.

-Creo que no estaba enfadado contigo.

-¿No?

-Sentía envidia. Aún la siento.

-Kiki, eso no es...

-Sí, sí que lo es. Puede que las cosas que me dijiste fueran horribles, pero tenías razón. Y cuando me enteré lo de tu jefe me dio rabia. Quería creer que no era posible que saliera bien si a mí me la habían jugado.

-Sé cómo estás. Te has llevado un chasco y ahora te sientes muy patético. A mí me ha pasado, Kiki. Y cuando me sucedió, tú estabas allí para consolarme. ¿Por qué no me dejas que lo haga yo ahora?

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas.

-¡Porque me siento idiota!

Lo abracé como llevaba tiempo queriendo hacer desde que habíamos discutido. Era mi amigo y lo necesitaba tanto en los malos como en los buenos momentos.

-No quise decirte aquello, o tal vez sí. Pero no de ese modo. Me arrepiento muchísimo, de verdad.

-¿Por qué? Tenías razón. Soy egoísta, no le presto atención a mi hermano...

-Eres mi amigo, siempre has estado ahí cuando te he necesitado.

-De todos modos... he llevado a Shokko al parque, como me dijiste. Creo que hacía tiempo que no lo veía tan feliz. Puede que mis padres sean unos hippies de mierda, pero yo nunca he querido parecerme a ellos.

-Lo sé, eres un buen hermano.

-¿Tú crees?

-Sí. Que te hayas equivocado este verano no quiere decir que los demás veranos no le prestarás atención.

-Dentro de unos días volverán mis padres.

-Aún te queda tiempo, aprovéchalo.

-Y ahora, cuéntamelo todo de ese tal Katsuki.

Y lo hice, con pelos y señales. Tenía tantas ganas de presumir de él que estuve hablándole de lo nuestro hasta que nos dimos cuenta de que estaba amaneciendo.







Katsuki metió la cabeza entre mis muslos y comenzó a lamerme de manera salvaje. Grité extasiado. Lo agarré del pelo y arqueé las caderas, temblando de placer.

-¡Izuku!

-No pares... -jadeé.

-¡Izuku!

-Oh, sí...

Una almohada impactó contra mi cabeza.

-¡Izuku! -gritó mi madre.

Abrí los ojos de par en par y me la encontré inclinada sobre mí. Solté un grito. ¿Dónde estaba Katsuki y por qué me lo habían cambiado por mi madre?

My Boss? No!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora