Querido Mimic:
Hay una gran dinferencia entre trabajar para un jefe déspota y malhumorado y hacerlo para otro que, además de esos adjetivos, en ocasiones puede ser un verdadero encanto. Al primero te limitas a odiarlo. Con el segundo ¿qué haces?
Aquella mañana, al cruzar la puerta de la agencia, sentí las miradas de mis compañeros y los cuchicheos maliciosos. Intenté pasar desapercibido mientras llegaba el ascensor, pero una mano me interceptó sin previo aviso y me llevó hacia las escaleras.
-¡Ah, no! Ni pienses que vas a librarte de mí.
Yuga enarcó una ceja, curioso, aunque sin esconder la alegría de verme. Nos dimos un abrazo, pero al separarnos sentí el recelo con el que me miraba.
-¿Tú también?
-Algunos dijeron que te había echado y otros que estabas enfermo. A mí cuéntame la verdad, Izuku. El viernes el señor Bakugo me ordenó colgar un anuncio en un portal de búsqueda de empleo. Y hoy, a primera hora, me ha dicho que lo cancelara. ¿Se puede saber qué pasa?
Lo último que quería era que mi reincorporación estuviera en boca de todos. Sabía que iban a cotillear sobre mí y mi regreso. No quería que pensaran que entre Katsuki y yo podía existir una razón por la que el Oni-sama me tratara con favoritismo.
-Te lo cuento en el almuerzo ¿vale?
Subí las escaleras, pensativo y nervioso, alisándome el traje negro que había elegido, en vez del verde que había sugerido Katsuki.
Casi pude sentir su presencia imponente al otro lado de las paredes de cristal del despacho. Katsuki trabajaba frente a su ordenador sin reparar en mí. Llevaba las mangas de la camisa de tal manera que exhibía esos antebrazos dorados. Fruncía el ceño, sacudía la cabeza y maldecía voz alta. Inspiré y me armé de valor.
Llamé a su puerta y entré. Él levantó la cabeza y me miró evaluando mi aspecto de arriba abajo. Se recreó demasiado en mi traje negro, que no verde. No sonrió, pero supe que se alegraba de verme.
-Hola, Izuku.
-Buenos días, señor Bakugo ¿Necesita alguna cosa?
Entonces sonrió, como si algo en mí le hiciera gracia.
-Un café, ya sabes cómo lo quiero.
Sí, lo sabía. Asentí y bajé a la cafetería de la esquina. Regresé al despacho y me di cuenta que me temblaba la mano. Antes de que pudiera dejar el café en su mesa, Katsuki lo cogió. Nuestros dedos se rozaron.
-Si no desea nada más...
-¿Por qué no te has puesto el traje verde, Izuku?
-¿Por qué te importa tanto ese dichoso traje?
-Solo era una pregunta -respondió con falsa inocencia. Al segundo, clavó los ojos en mis caderas con verdadero fuego- Quería saber si ibas a tomarte en serio mi consejo, eso es todo.
-No me pareció un consejo.
-¿Un halago?
-Eso lo sabrás tú.
-Tienes razón. Lo bien que te queda ese traje y la forma que marca tu cintura es algo en lo que solo me fijo yo. No necesito nada más, gracias.
Salí del despacho agobiado. ¿La forma que marcaba mi cintura? ¿Qué? ¡Se ha vuelto loco!
Me centré en mi trabajo y traté de no prestarle atención, lo cual fue complicado.
La vista se me iba a Katsuki más de lo que habría querido. A aquellos antebrazos que me traían de cabeza. O a sus manos tan grandes. Pero lo que más me intrigaba de él eran sus ojos, fríos pero a veces encendidos de un fuego que solo yo había visto. O eso quería creer.
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My Boss? No!
FanfictionIzuku es un joven un poco desastre, recuperandose de un ruptura con su novio de siempre, su familia un poco inestable. Al menos tiene un gato y un nuevo trabajo, que sería perfecto si no fuera por su nuevo jefe: Mr. Smile". Pareja: Katsudeku Género:...