2 : (Nunca vueles tan cerca del sol)

264 45 2
                                    

Mis manos recorrían su cuerpo, mis dedos trazaban un camino que no quería terminar nunca. Nuestras bocas se recordaban a la perfección.

Los sonidos que salían de su garganta, esta noche se habían convertido en mis favoritos, el brillo en sus ojos me mostraba que estaba haciendo bien mi trabajo.

Nuestros cabellos enredados al igual que nuestros cuerpos eran dignos de una pintura.

Las palabras no son suficientes para describir todo lo que estoy sintiendo.

La sincronía de nuestros cuerpos es cosa de otro mundo.

Estoy segura que si el pecado se vive de esta manera, yo podría ser una eterna pecadora.

Línea por línea la dibujo, curva por curva me voy perdiendo.

Si su cuerpo fueran los 9 círculos del infierno, podría jurar por Dios, que yo estaría dispuesta a bajarlos uno por uno.

"El oro siempre lo encuentras abajo" decía mi madre y está noche lo pude comprobar, no de la manera que ella desearía, por supuesto.

...


-Lo arruinamos, esto no tendría que haber pasado, no tendrías que haber permitido esto-

-Cálmate, ¿Qué es lo que pasa? actúas cómo si yo fuera la única culpable cuándo fuiste tú la que me llamó-

-¿¡Que es lo que pasa!? , ¿¡realmente tienes el descaro de preguntar eso!? Te aprovechaste de toda la situación, te aprovechaste de mí y nuestra amistad.-

-Estas completamente loca, no me aproveche de nada, nunca te haría eso, nunca lo haría...

-Solo vete de aquí, lo jodiste todo, no te quiero ver.-

Mientras tomaba su ropa, pude ver cómo se formaba un nudo en su garganta, cómo sus ojos se tornaban rojos por aguantar las lágrimas y estuve muy cerca de odiarme. Pero debía hacerlo, verla de esa forma era más fácil que admitir que todo había sido mi culpa, era más fácil que admitir que yo la había ocupado para olvidarme de ella.

-Estoy harta, de tu mierda. Te amo pero no pienso seguir dejando que me humilles de esta forma, he soportado tantos años ser tu plato de segunda y me estoy cansando-. Hablaba lo más alto que su voz entrecortada le dejaba, mientras se terminaba de vestir -no es justo para mí, si no me quieres tener solo tienes que soltarme, pero esto que haces me daña y te daña, estoy cansada de reparar tu corazón ¿Quién repara el mío cada vez que me abandonas?-

Sus lágrimas caían, me dolía verla de esa forma, esperando por una respuesta que sabia jamás iba a obtener. Me dolía verla rota, tan necesitada, dolía verla tan humillada.

Su cabello caía sobre su cara y era una escena digna de novela, ella llorando cómo Magdalena porque pensaba que su gran amor no le podía corresponder de la misma manera..

Me dolía pero yo jamás le había prometido nada, siempre le dejé claro su lugar en mi vida. Que tuvieramos sexo no la hacia el amor de mi vida, tener sexo con ella no me ataba a nada.

Parecia derrotada pero aún así seguía en el mismo lugar esperando que dijera algo, pero yo no tenía nada que decir.

Decidi quedarme callada y ante eso ella empezó a salir de esa patética escena, no sin antes decir aquello que me logró mover algo.

-Un día no tendré más piezas que darte, así que espero que sepas cuando parar de dañarte y dañarme-

Y así sin más, con el rostro lleno de lágrimas y el cruel silencio de aquella tarde, me dejó en ese gran y vacío apartamento.

Silencio (Moonsun) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora