21.

75 14 3
                                    

Uno, dos tres. Aguantó la respiración y se preparo con todas sus fuerzas
"No te desmayes, no te desmayes" le decía una vocecita dentro de su cabeza. Las uñas que le quedaban se le clavaron en la palma de la mano al apuñarla con fuerza, pero eso era lo de menos, el dolor de sus uñas siendo clavadas en su propia piel era un chiste comparado con todo lo que había estado sufriendo.

-No piensas decir nada, ¿princesa? - el hombre quería escucharla gritar pero la chica se lo estaba poniendo difícil- no te quite la cinta para que te quedaras callada, quiero que grites, quiero que me supliques.

-¿Por que me estas haciendo esto? Siempre te ayudé, te consideré mi hermano- lo interrumpió en un hilo de voz mientras trataba de recuperar el aire que le había sido robado -joder, Carlos. Estoy embarazada, ten piedad-
No pudo contener más las lágrimas y estas salieron mezclándose con la sangre en su rostro.

Algo dentro de aquel hombre que se hacía llamar "Colmillo" se removió cuándo vio las lágrimas y escuchó la súplica, aquella mujer a la que estaba haciendo sufrir había sido su mejor amiga, su compañera de aventuras y sobre todo su gran apoyo. Pero todo eso se veía ensombrecido por el odio y sed de venganza que tenía, le habían matado a su pequeña hija, le habían puesto una trampa y tenían que pagar de la misma manera.

-¿Piedad?- la carcajada hizo eco en aquella habitación casi vacía- me pides piedad cuándo es lo último que ustedes tuvieron, la perra esa no tuvo piedad con mi pequeña Mai. No me pidas que la tenga contigo.

Chorong no entendía aquello ¿qué le había pasado a su sobrina? Quiso preguntar pero los ojos que un día la vieron con cariño se oscurecieron a la vez que sentía cómo uno de sus brazos era desgarrado.

No escucho nada más que un fuerte sonido ensordecedor pasar por sus oídos, sintió náuseas a la vez que ese sonido se hacía cada vez más fuerte, pudo sentir y escuchar cómo capa por capa era desgarrada, se lamentó de que el objeto que le estaba atravesando no tuviera nada de filo, eso lo hacía aún más doloroso.

Sintió cómo los ojos perdían dirección y no fue capaz de tomar control sobre su cuerpo, el dolor era tanto que se sintió morir, quizás eso era lo mejor pero solo podía pensar en su bebé. Necesitaba aguantar todo aquello, no importaba el tiempo, necesitaba aumentar las posibilidades de que al menos encontraran vivo a su pequeño.

En ningún momento grito, un quejido muy bajo fue lo que se escuchó, a pesar de que recordaba aquellas palabras de "Nunca les des la satisfacción de verte gritar, llorar o rogar" no era eso la que la mantenía callada. Tenia muy pocas fuerzas, no quería desperdiciarlas gritando, necesitaba guardarlas para tratar de proteger a su pequeño y llegar a tiempo, para la hora de café junto a sus hermanas.

Con toda la sangre que había perdido era lógico que tuviera pensamientos tan poco comunes, eran parte del delirio y cansancio que sentía. No gritaba porque aunque quisiera su cuerpo ya no tenía de dónde sacar energía y tenía mucho miedo de hacerlo, pensar lo contrario solo era parte de un mecanismo de autodefensa.

-¡grita!- ni siquiera sintió la bofetada.

Su cuerpo ya estaba irreconocible, era increíble que siguiera viva.

El hombre estaba desesperado, aquello no le causaba satisfacción, no sentía que estuviera cobrando una venganza, no se sentía nada parecido a cómo lo había planeado.

-Vamos, Chorong, ruegame que no te haga nada, ¡pídemelo! - la navaja fue clavada cerca de la rodilla izquierda.

Los ojos de Chorong se dirigieron a esa parte de su cuerpo y sonrió.
Ya no le dolía ¿le habían puesto anestesia?

-Yo creo que ya deberías dejarla, dijiste que la necesitamos viva para nosotros vivir.

-¡CÁLLATE YO SE LO QUE HAGO!- Carlos estaba fuera de si, Chorong seguía sin decir nada y la sonrisa que mostraba en su rostro lo mataba

-Mejor sirve para algo y has que pare de sangrar- sabiamente salió de la habitación, de lo contrario sabia que la mataría.

Chorong no escuchó nada, ni siquiera el grito de aquel hombre, estaba muy entretenida en otras cosas.

"Tienes que ser fuerte mi niña, cuándo regreses te estaré esperando y te prometo que nunca más vas a sufrir, nunca mas nadie te hará daño"

-Si mami- la escuchó susurar aquel hombre que estaba ayudando a Carlos, se había acercado a ella para comprobar que siguiera viva, pues a la distancia no se podía ver si aún lo estaba. Su respiración era tan lenta que solo de cerca la podías notar.

Con mucho miedo a lastimarla, más de lo que ya lo habían hecho, tomó unas cuantas vendas y empezó a rodear su cuerpo con estas, aplicando más presión en las zonas que más sangraba. Sintió un escalofrío cuándo vio que Carlos había hecho daño en zonas que dolían muchísimo, pero no mataban.

-Nena... - el hombre se acercó más para escuchar que es lo que estaba diciendo Chorong- M-i rayi-to de sol- aquello que salía de sus labios era menos que un susurro, le preocupó demasiado que ya no pudiera ni completar bien las palabras, sintió mucha pena por ella.

"Mi pe-pequ..eña condena... Mi-mi... son-sonrisa y pena"
Fue lo último que el cómplice escucho antes de también salir de la habitación.

La mente de Chorong era todo un caos, sus delirios la habían llevado a recuerdos muy bellos, al parecer era la única forma de mantenerla con vida. Cada minuto su pecho se comprimia más y más, respirar se le estaba haciendo una tarea difícil. Los calambres en todo su cuerpo eran la parte menos importante.

Su rostro bañado en lágrimas, por primera vez no hacía bonito contraste con su afligida sonrisa. Aquella sonrisa estaba llena de melancolía al igual que su rostro estaba lleno de sangre y lágrimas. Literalmente sentía que cada lágrima derramada le hacia arder hasta el fondo de su corazón.

Ella no lo sabía, pero el ardor era gracias a los cortes que tenía en todo su rostro.

No había lugar en su cuerpo que no estuviera rayado, destrozado y herido.

Para bien o para mal ella estaba en otra dimensión. No era consciente del dolor en su cuerpo.

* * *

Después de una hora, Carlos regresó a la habitación queriendo seguir con su tortura, su cómplice lo seguía de cerca para que no cometiera otra estupidez.

Se detuvo a medio andar, sorprendido por la forma tan elocuente en que Chorong cantaba algo que el reconoció.

-Te juro amor todo un amor eterno- el cómplice no entendía nada-  Si no es amor, me marcharé al infierno, más cuándo llegué el frío y duro invierno- Chorong hizo una pausa y ninguno de los dos supo por qué. - ... Este amor será un enorme incendio... yo grito cien mil veces cómo loca- Se volvió a pausar y su cabeza se movió en dirección a una esquina vacía - ¡desesperada porque no me tocas!- cantó abriendo los ojos mientras pretendía gritar, pero lo que más bien salió fue un penoso susurro quebrado.

-no quiero despertarme sola, si no vas a estar! - los dedos de la mano que aún conservaba "intacta" se movieron al supuesto ritmo - promete que siempre será...- con dificultad dirigió su vista a Carlos, sus miradas se conectaron y sonriendo los dos al unísono cantaron/susurraron -Promete, que nunca te arrepentirás-

Aquella canción Carlos la había reconocido, incluso en aquel momento Chorong le permitió ir al tiempo en que había visto bailar y cantar a las hermanas Kim esa vieja canción.

Otra lágrima fue derramada cuándo las risas de unas Kim adolescentes se colaron en su mente, las recordó gritando a todo pulmón. No importaba el lugar, esa era la canción de las hermanas, una que las había acompañado desde pequeñas y habían decidido compartirle. Le pegaron el gusto por esa canción, siempre que la escuchaba le recordaba a quienes fueron sus hermanitas y en todo momento lo trataron cómo un igual, aquellas niñas que crecieron a su lado y nunca lo dejaron solo.

Aquellas que le brindaron una familia incondicional.

De su mano cayó el pica-hielos que sostenía, lleno de panido intentó correr al lado de una Chorong que le sonreía con cansancio mientras intentaba no cerrar los ojos.

Su pánico se hizo más grande cuando fuera de aquel lugar escuchó el sonido de llantas derrapar.

Carlos tembló de terror cuándo escuchó aquella voz gritar su nombre, supo quien lo había encontrado.

Supo que esa Kim no tendría piedad alguna.

Silencio (Moonsun) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora