50

61 8 3
                                    

Un taxi se estacionó cerca de la entrada de aquella residencia, la mujer de edad avanzada que observaba curiosa desde la ventana se sorprendió al comprobar la hora y ver que ya casi eran las 11 de la noche pero que quien se bajaba de aquel taxi, no era nada más y nada menos que su niña Sunny. La vio tratar de abrir el gran portón de la entrada con algo de dificultad, cuándo ya habían pasado unos 3 minutos y la otra seguía sin conseguir nada pensó en ir a su rescate, pero por suerte uno de los muchachos que cuidaban la zona se acercó rápidamente a ella y al notar que era la gran jefa, no preguntó nada y el mismo abrió aquel gran portón.

Yongsun llegó hasta la puerta principal y al abrirla lo primero que vio fue a su Nana, supo que llevaba una muy horrible cara cuándo la señora cambió su mirada de reproche a una entristecida.

-¿Pero mi niña que hace aquí a esta hora y en ese estado?, ¿qué me le hicieron? - La nana cuestionó al aire, conocía a Yongsun y sabía que no le diría nada, al menos no hoy. 

-¿Me puedo quedar aquí?- Preguntó con la voz rota, ignorando lo antes dicho por su Nana.

-Pero que clase de pregunta es esa, esta es tú casa, por supuesto que te puedes quedar. Tu cuarto está listo cómo siempre, por favor ve y descansa, se ve que lo necesitas.

-Gracias...- Yongsun se removió incómoda en su lugar, no se había movido de la entrada porque no sabía que hacer, quería abrazar a la pequeña señora que tenía delante, pero le daba miedo ser rechazada, había pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron y no sabia si todavía tenia el derecho de hacerlo. Tampoco sabia que más decir, sentía que habían perdido la confianza- ¿Cómo están Ali y Vic?, ¿usted cómo está? - Estaba muy nerviosa.

-Están bien, agradecidos por todo al igual que yo...

-No están aquí ¿o sí?, pensé mucho en venir o no, la última vez todo se salió de control y no quiero incomodar o causarles pesar... ¿de verdad me puedo quedar? ¿no te molesta?- Cómo de costumbre, Yongsun no podía callarse, estaba lo que seguía de nerviosa y quería asegurarse que nadie en esa casa se sintiera incómodo, no quería molestar a nadie, era lo menos que podía hacer.

-No, no están aquí. Y aunque estuvieran no tiene porque afectar, en todo caso seríamos nosotros los que nos debemos ir, tú eres la dueña y has sido demasiado buena al permitir que este también sea nuestro hogar sin pedir nada a cambio. Jamás me podría molestar que mi linda Sunny regrese con nosotros- se acercó para entrelazar sus brazos y así llevarla camino a la habitación que Yongsun siempre ocupaba-. Así que por favor deja de decir tonterías y ve a descansar, que ya te dije que te ves horrible. Ya mañana tendré tiempo de jalarte esas orejas si no me das una buena explicación.- casi la empuja dentro de la habitación al abrir la puerta gris de madera.

-Nana...- La voz de Yongsun hizo que la señora detuviera su andar y se regresara a ver a su pequeña.- Gracias. - Quería decir algo más pero no podía, las palabras siempre parecían ahogarse en su interior.

La nana había entendido que ella quería algo y con miedo a equivocarse se acercó nuevamente a la joven, la hizo agacharse para poder alcanzarla y temiendo ofender a su niña, formó una pequeña cruz con su dedo pulgar e índice, cruz que llevó hasta la frente, pecho, hombro izquierdo y luego derecho. Por último beso la frente de Yongsun y suspiro tranquila al ver que no se había equivocado.

Yongsun no era religiosa, tampoco se le consideraba cómo a una persona creyente, Yongsun era más una persona de costumbres, hace mucho había dejado de sentir que esa señal le daba protección, para ella esa señal significaba que su Nana todavía estaba con ella, que su Nana todavía la cuidaba y recordaba.

Se había acostumbrado tanto a esa señal, que los primeros años que tuvo que dormir lejos de su Nana lamentó no haber aprovechado los años en los que la tuvo sin siquiera pedirla.

Silencio (Moonsun) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora