9.

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— ¿Cómo?

— No te vas — la chica pensó con seriedad en ignorar aquella que se había escuchado como una orden; el mayor se dio cuenta, por lo que le mostró su nueva y preciada arma blanca —. Tengo un cuchillo.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué tengo un cuchillo?

— No, que por qué quieres que me quede.

— Ah. Necesito una carnada — miró a la menor con una sonrisa en la cara. Ella no supo cómo interpretar el comentario, pues aunque lo había dicho con bastante seriedad, sonreía; al mismo tiempo, esos dientes y sonrisa torcida le daban menos tranquilidad que un cocodrilo en un ascensor a punto de descolgarse. De todos modos, decidió mirarlo y sonreír también —. ¿Qué son esas cosas?

— Infectados.

— ¿Eh? Nah, son zombies.

— Los zombies no existen.

— Yo digo que sí.

— Vale. — accedió ella, encogiéndose de hombros. Aunque en cualquier otra situación hubiese discutido, él le daba el suficiente miedo como para callarse.

— ¿Dónde pensabas ir? Después de salir de aquí, digo.

— No lo sé — y realmente estaba siendo sincera, pues sólo había sido capaz de correr, sin mirar muy bien de qué corría —. Probablemente hubiese salido a buscar a mi amigo.

— ¿Lee?

— ¿Eh? — se le escapó a ella, levantando la mirada. Ató cabos después de un rato — ¿Su-hyeok?

— Sí, ese.

— Supongo...

— ¿No te da vergüenza que siempre te tenga que defender tu novio?

— Yo no tengo novio.

— Toda la escuela lo sabe.

— Eso no es cierto.

— No me mientas.

— No lo hago.

— Entonces, ¿no te gusta?

— No. — dijo ella, confusa.

— Bueno... — comentó él, suspirando y dándole unas palmadas en la espalda; él lo hizo como un gesto reconfortante, pero sus manazas golpearon con fuerza a la menor, quien trató de retomar el aire — menos mal, porque es un cabrón. — Naoko se volteó, mirándolo todo lo mal que supo.

— No vuelvas a insultarlo. — pidió.

— No es una ofensa, es una realidad.

— No lo conoces.

— Ah. ¿Yo no lo conozco? — él sonrió, mirándola fijo — ¿Hace cuánto conoces a Lee? — ella lo meditó, rememorando su amistad.

— Un año y poco.

— Ah... — se burló él, soltando una risotada y volviendo a tirarse sobre el sofá.

—¿Qué? — preguntó la ojiazul, frunciendo el ceño y dándose la vuelta para mirar a Gwi-nam.

— ¿De qué?

— ¿Por qué te ríes? No te metas con Su-hyeok.

— Oh, ¿defiendes a tu novio? — asintió con lentitud y se cruzó de brazos.

— Ya te dije que no es mi novio.

— ¿Entonces por qué te importa que me meta con él?

— Porque es mi amigo.

El gato que temía al ratón [ESTAMOS MUERTOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora