17.

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¿Qué había hecho? ¡Había asesinado a alguien! No supo cuánto tiempo estuvo ahí, tirada en el suelo, apoyada en la pared y con las piernas abiertas, mirándose las manos mientras lloraba y gritaba a corazón abierto, con voz herida. Había matado a Yoon Gwi-nam.

— Tenemos que irnos — por lo visto llevaba mucho tiempo así, porque Su-hyeok se encontraba perfectamente recuperado. Y él había estado a punto de morir. No le leyó los labios, no supo que había dicho —. ¿Naoko? ¿Naoko? — la zarandeó sin piedad — ¡Reacciona, carajo! ¡Era un hijo de puta, acabas de salvarme la vida! — los movimientos pararon cuando vio que ella no se inmutó después de que él le gritase a la cara. Palideció al instante — ¿Me escuchas? — ella no contestó. La soltó con leve brusquedad y ella se apoyó en la ventana. No se atrevió a mirar. Sólo se fijó en Su-hyeok pateando cosas y golpeando el suelo mientras se tiraba de los pelos — ¡Carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo! ¡Joder! ¡Joder!

Abrazó a la chica por la cintura con un brazo y empezó a correr todo lo rápido que el cansancio le permitió. Subieron la escalera y Su-hyeok la guio por un pasillo en específico, como si ya supiese a dónde iban. De repente, Naoko vio a muchos chicos correr hacia ellos. Frenaron en seco cuando los vieron.

— ¿Estás loca? No vayas sola... — hablaban entre ellos algo que, por supuesto, Naoko no pudo entender. Sólo vio que quien lo decía era Cheong-san. Se alegró de que estuviese vivo.

— ¡Entren! — Su-hyeok también gritaba mientras gesticulaba algo con las manos.

— ¡Ya vienen!

Todos entraron al aula salvándose por los pelos de la horda.

— Las cortinas, las cortinas.

— Hay un zombie ahí. Se atoró bajo el piano, no puede moverse.

— No podremos llegar... a la azotea, ¿verdad? Estamos atrapados de nuevo.

— Afuera hay zombies, así que... pensemos un poco. — dijo Su-hyeok mientras, con el aliento aún a medio recuperar, se levantaba y cargaba a Naoko de la cintura, sentándola en la mesa. Con suma delicadeza, le apartó el pelo de la oreja. Para la chica fue suficiente la expresión que él hizo al ver la herida para saber que todo estaba perdido.

— ¡Dios mío!

— ¡Por el amor de Cristo!

— ¿Qué le pasó?

— ¡Cielos! ¡Voy a vomitar!

— Cállate, Dae-su.

— ¡Silencio! — Su-hyeok gritó algo — Hay zombies afuera. Presidenta... ¿podrías venir? — la guapa chica se acercó a ellos. Se puso delante de la chica y examinó todo con una expresión tan calmada que tranquilizó a Naoko.

— ¿Me escuchas? — preguntó.

— No — respondió Su-hyeok —. No oye nada.

Nam-ra golpeó levemente la oreja de la chica. Al ver que ella se resintió, asintió.

— ¿Alguien tiene un bolígrafo? — Joon Young se lo tendió. Ella lo aceptó y escribió con una letra muy clara en su mano. "¿Oyes un pitido?" Le enseñó la palma abierta a la chica, quien asintió. Todo el aula las miraba expectantes, pues, aunque la mayoría no la conociese, todos querían el bienestar de alguien que parecía tan pequeño y frágil — Se pondrá bien.

— ¡Dios es grande! — gritó Su-hyeok, abrazando a Nam-ra. Los dos, incómodos, se apartaron en seguida, dejando ver una clara sonrisa en la cara de Naoko.

Bueno, era una pequeña victoria para el grupo de estudiantes que se aferraban, como perras rabiosas, a la vida. Por primera vez en días, todos estuvieron felices.

El gato que temía al ratón [ESTAMOS MUERTOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora