¿Qué hice?
No, ¿qué hicimos los dos?
De todas formas, nadie lo sabrá nunca. Tristan estará demasiado avergonzado como para presumirlo. Y fue muy claro conmigo. Bueno, me lo hizo comprender. Fueun error. El peor error de nuestra vida. No volverá a pasar. Y haremos como si nada hubiera pasado.
Pero pasó...
¿Pero por qué lo hice?
Él me lo hizo. Tristan Quinn. Su estúpida voz grave y su personaje de cantante talentoso, sudoroso, apasionado. Por más que me resistí, él logró hacerme caer. Su estúpida mirada azul en la cual me ahogué. Como si solo a mí me mirara así. Su estúpida boca húmeda, que lame y muerde y muerde como si pudiera ser sexy. Y lo peor, es que sí lo es. Sus estúpidos brazos musculosos, sus manos suaves y seguras de sí mismas, que acarician y aprietan como si fuera imposible escapar de ellas. Y sin embargo, no intentó atraparme. A cada segundo, se mostró dulce, respetuoso, a pesar de su ardor. Tuve la impresión de que él también estaba cediendo. Que él tampoco podía resistirse. Y tal vez eso fue lo que más me hizo perder la cabeza. ¿Pero cómo pudimos llegar hasta ese punto?
Nadie debe saberlo nunca.
Es mi hermanastro, yo soy su hermanastra.
Nuestros padres están casados.
Es asqueroso, dijeron los demás en la playa riendo. Eso es lo que todo el mundo va a pensar.
Y si llegara a saberse, ya sé que seré yo quien reciba toda la vergüenza. Tristan es solo un chico, un donjuán, está en su naturaleza seducir y dejarse llevar por sus impulsos.
A él sí le perdonarán este desliz, este instinto básico. «Él es así», dirá todo el mundo. Algunos hasta estarán impresionados de que haya logrado llevarme por el mal camino.
Y además es un rebelde, tiene el derecho de cometer estupideces, inclusive es exactamente lo que se espera de él.
Pero yo, la hija de papá, la chica seria y sin historia, la inocente poca cosa de la cual solo se espera que continúe por el buen camino, que sea razonable y haga todo bien: sería una catástrofe. Mi padre caería desde lo alto. Mi madrastra me llamaría de todas las formas posibles. Y todo el mundo me reprocharía haber caído en la tentación cuando solo bastaba con decir que no.
No es como que yo tenga mis propios impulsos. No es como que a mí me interese «eso». No, yo no siento nada, claro que no. No soy nada más que una chica hombruna de 18 años que odia a las personas. Eso es lo que diré. Ya que así es como me ven, lo utilizaré a mi favor. Si se llega a saber, lo negaré. Nada pasó entre nosotros. No hicimos más que pelearnos, lanzarnos cosas y mandarnos al diablo, como siempre, como cada vez que nos encontramos en la misma habitación.
Si tan solo nos hubiéramos conformado con hacer eso...
Eso es lo que mejor sabemos hacer...
Lo que hasta ahora hacíamos mejor...
No, basta con que me repita a mí misma que no sucedió nada. Solo fue un sueño erótico. Una extraña pesadilla en la que traía puesta una falda de cuero que jamás utilizaría y una mascara que ni siquiera es mía. Una noche improbable en la que besé a un desconocido para darle celos a un chico que ni siquiera soporto. Eso no tendría ningún sentido. Es obvio que jamás sucedió. Basta con que salga de esta habitación y que olvide que él duerme en la de al lado. Justo al otro lado de la pared, una pared tan delgada que casi puedo escucharlo respirar.
***
Hemos logrado evitarnos por cuatro días enteros.
El mes de julio ha terminado. Ya estamos a la mitad de las vacaciones de verano. Hace un mes que Tristan regresó de su internado. Solo nos queda un mes de soportar estar juntos bajo el mismo techo. Y si seguimos así, tal vez logremos olvidar.
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Juegos Prohibidos
Teen FictionA los 15 años conocí a mi peor enemigo. Sólo que Tristan era también el hijo de la nueva esposa de mi padre. Y eso nos obligaba a vivir en la misma familia, aunque no tuviésemos ningún vinculo de sangre. Entre nosotros, la guerra estaba declarada. Y...