5. Hablar de más

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-¿Crees que alguno de los dos pueda volver a hablar algún día?

-Acabas de hacerlo, Sawyer, murmura con una sonrisa en la comisura de los labios.

La manta oculta solo lo necesario de nuestra desnudez. Recostado en el piso,sobre la alfombra naranja, Tristan sigue observando el techo. A algunos centímetros de él, volteada de perfil y con el corazón en ebullición, lo observo reteniendo las miles de preguntas que pasan por mi mente.

¿En verdad acabamos de acostarnos?

¿Todo va a cambiar entre nosotros?

¿Para bien? ¿Para mal?

¿Definitivamente nos ganamos nuestro boleto directo al infierno?

¿Al fin obtuvo lo que quería y ahora me olvidará como la mayoría de los chicos lo harían?

¿Esa extraña sensación entre mis piernas es normal?

¿Comprendió que antes de él yo era... virgen?

Tengo que dejar de darle vueltas al asunto.

Detengo mis divagaciones mentales e intento retomar el control. Dejando salir las primeras palabras que me pasan por la cabeza:

-Eres... diferente.

-¿Diferente a qué? me pregunta volteando suavemente hacia mí.

Puedo notar un asomo de curiosidad en su voz ronca. Su mirada azul tiene su intensidad habitual. Tristan recarga la cabeza contra su brazo doblado, no puedo evitar mirar su torso desnudo y musculoso.

-Diferente a como te imaginaba, digo hundiéndome en sus ojos.

-Creo que eso se llama prejuicios.

-Soy culpable, resoplo.

Está tan cerca de mí que las ganas regresan a mi cuerpo. De besarlo. De sentir sus labios cálidos y carnosos contra los míos. De sus manos recorriendo mi piel desnuda. De su aliento haciendo renacer los escalofríos.

-No creí que fueras tan dulce, digo sonrojándome.

-¿Qué creías? ¿Que te iba a saltar encima como un salvaje?

Su mirada me evita de nuevo. Él se muerde el labio inferior. Bajo la mirada hacia sus dedos que juegan con el hilo de la manta, como si estuviera igual de perturbado que yo.

-No lo sé, confieso. Tengo poca experiencia con los chicos, y no muy positiva.

-Tu primero..., pregunta casi dudando, ¿fue Kyle?

Todos cometemos errores. El mío se llamaba Kyle Evans. Un chico de la secundaria, un poco más grande porque repitió año, con el cual salí por algunas semanas durante el último año, antes de darme cuenta a quién quería realmente. Él era lindo y yo estaba aburrida. Salir con él era salir de mi rutina sin nada interesante.

El problema es que si bien me trataba como la octava maravilla, no tenía nada que contarme ni que ofrecerme una vez que se rompía el encanto. Nada, a parte de propuestas indecorosas e incesantes. Un claro ejemplo del chico popular y sin neuronas, que creyó que sería bueno presionarme todos los días para que aterrizara en su cama. Lo cual me animó a mandarlo al diablo de inmediato, por supuesto.

-Efectivamente, él fue mi primer novio, le respondo a Tristan más concentrado que nunca. ¿Cómo te enteraste de lo mío con él? Estabas en el internado.

-Drake, me explica someramente. ¿Kyle también fue tu primera vez?
-¿Quieres decir el primero con el que me acosté?

¿Alucino o esta idea parece molestarlo?

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