2. Lejos de las miradas

90 3 0
                                    

– ¿A qué estás jugando, Quinn? ¡Nos van a ver!

Corro detrás de él desde que dejamos la casa de Fergus, a pie, pero Tristan se niega a dirigirme la palabra. Extrañamente, su rabia contra Kyle parece haberse volteado contra mí. Ahora que regresamos, me veo obligada a susurrar mientras que tengo ganas de gritar. Es de noche, todos en la casa están dormidos y él no hace ningún esfuerzo para no hacer ruido.

– ¿Escuchaste lo que dije?

Lo alcanzo en la escalera subiendo con la punta de los pies, lo rebaso y me planto frente a él. De pie sobre el escalón más alto, estoy unos cuantos centímetros más alta que él. Por primera vez. Él enciende la luz, percibo la marca roja en su mejilla, que se está poniendo violeta, y la apago. La enciende nuevamente.

– ¡Tristan!

– ¿Qué? responde en voz alta, molesto.

Le pongo la mano sobre la boca y espero algunos segundos, para verificar que nadie se haya despertado - mi padre o mi madrastra podrían escuchar nuestra conversación.

– Parece como si te esforzaras para que nos vean.

– ¿Y entonces?

Su voz grave se volvió más baja, pero su rostro sigue igual de intenso, su mordida tensa, su ceño fruncido y su mirada de un azul casi negro.

– Si alguien se entera, estamos muertos...

– No, basta con asumir lo que estamos haciendo.

– ¿Estás hablando en serio? murmuro sintiendo un escalofrío recorriéndome.

– ¡Sí, ya me harté de este maldito secreto! ¡De no poder ser yo mismo! Me voy a volver loco si seguimos jugando a esto. Me siento como un esquizofrénico.

– ¡Primero que nada, habla más bajo! En segunda, ¡deja de pensar sólo en ti! Y finalmente, ¡piensa un poco!

– ¡Lo único que hago es pensar, Sawyer! Tú no eres la única que le da vueltas a esto, yo me he hecho la misma pregunta un millón de veces. Y no veo dónde está el problema. No eres mi hermana, ni yo tu hermano...

– ¡Todo el mundo piensa lo contrario! lo interrumpo.

– ¿A quién le importa lo que piense todo el mundo?

– ¡A mí! ¡A mí me importa! Creí que estábamos de acuerdo...

– Cambié de opinión, es todo. Ya no tengo ganas de esconderme. ¡No tiene ningún sentido!

– ¿Has pensado por un segundo en las consecuencias?

– ¡Sí, Liv! ¡Y ya estoy harto de tanto pensar! ¡Yo quiero vivir! se enoja en verdad.

Nuestras voces ahogadas chocan. Luego nada más. Nunca había escuchado un silencio tan aturdidor. Un solo escalón nos separa, pero hay un abismo de incomprensión entre nosotros. Y éste nos aleja cada vez más. Si diera un paso hacia él, me caería. Si retrocedo, lo pierdo. Y si Tristan me jala hacia sí, caeremos juntos.

En este instante, ninguna de estas opciones me parece viable. Entonces dejo que este silencio mortal se instale, que este malestar me oprima, sin moverme ni un centímetro. Ni dejar su mirada que me desafía a decirle que sí.

– No comprendo, dice con una voz cansada. Podrías pelear contra los demás. Pero prefieres pelear contra mí.

Tristan observa mi boca, como si ésta fuera su última esperanza, como si sus ojos azules tuvieran el poder de sacarle la verdad. Pero ella es incapaz de pronunciar ni una sola palabra.

Juegos Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora