3. Fotografía familiar

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Una de las grandes ventajas de Florida es que pasa progresivamente del verano al otoño, casi sin que uno se dé cuenta. Ahora, a principios del mes de octubre, sigue haciendo entre veinticinco y treinta grados en Key West, los locales siguen todos en shorts, y los turistas ya se han ido. Huyen de esta humedad que a veces es sofocante y regresarán después de la temporada de aguaceros fulgurantes y tormentas nocturnas. La « temporada alta », como la llama Sienna, comienza en enero en los Cayos, cuando los europeos y los norteamericanos se congelan en sus casas y vienen a disfrutar nuestro invierno cálido.

Mientras tanto, Key West no tiene mucha actividad, los bares se vacían y los hoteles más pequeños cierran por un tiempo, las calles de comerciantes y las playas se vuelven nuevamente tranquilas, y la isla retoma su naturaleza, imponiendo su calor húmedo, su ritmo lento y su espíritu « a la cool », al límite del letargo.

Obviamente, éste es mi periodo favorito. Y es increíble cómo me siento en casa aquí, cómo olvidé tan fácilmente París. He pensado varias veces en otro escenario con Tristan: si mi padre y su madre se divorciaran, no sé qué pasaría.

Pero si algo es seguro, es que no quiero irme de aquí, regresar a Francia y dejar mi pequeño paraíso.

Aun cuando está empezando a parecer un infierno...

Sigo esforzándome con mis clases a distancia por la mañana, pero cada vez muero más de ganas por que la tarde comience para llegar a la agencia. Amo estar en acción, aprender cosas nuevas, sorprenderme a mí misma resolviendo problemas que creía sin solución, y recibir la sonrisa orgullosa de mi padre y las miradas impresionadas de sus colaboradores más experimentados. Pero sobre todo, eso me evita quedarme en casa pensando de más las cosas. O recorrer los pasillos para visitar cada habitación y encontrar señales de Tristan por todas partes. Su guitarra abandonada en el sillón de la sala - de la cual todavía puedo escuchar los acordes, acompañando a su voz embriagante. Una de sus playeras lanzada al barandal de la escalera - y que Sienna debe haberle gritado que guarde al menos diez veces. Sus tenis talla 42,5 en la entrada - los que ya me puse una vez, antes de morir de pena. Su toalla impregnada de olor a coco en el baño - la cual me prohibí a mí misma aspirar como idiota... antes de hundir la cara en ella. Un traje de baño en el piso, al lado de la piscina, detrás de la villa - y que me recuerda su desnudez, su inolvidable cuerpo que tanto me encantaría olvidar.

Sin hablar de la biblioteca de la planta baja, en la cual nunca pude volver a entrar...

– ¿Olive? ¿Olive…? pronuncia una voz que no reconozco, mientras que una mano me toca suavemente el brazo.

– ¡¿Hmm?! me asusto.

– Lo siento, se disculpa Romeo con una sonrisa traviesa, pero no respondías cuando te llamé Liv. ¿Todo bien?

– ¡Oh! ¡Sí, no hay ningún problema! Sólo estaba perdida en mis pensamientos. ¿Me necesitas para algo?

– ¿Podrías redactar fichas descriptivas para la vitrina y el sitio de internet? Conseguimos tres bienes nuevos esta mañana, convencí a los clientes de que me dieran la exclusividad.

– ¡Genial, bien jugado! ¿Tienes fotos?

– Te dejo todo lo que tengo. Él deja sobre mi escritorio su pequeña cámara y un bloc de notas rayado en varias páginas.

– ¡Estoy seguro que lo harás bien, Señorita Puedo-Con-Todo! me sonríe antes de irse.

No sé bien qué pensar de ese apodo. Romeo lo inventó y los demás lo adoptaron después. Me gusta la idea de que crean que soy capaz pero « Señorita » me parece un poco condescendiente. O machista. Y en la boca del castaño tenebroso, me parece que todas las palabras son para coquetear. Todos esos gestos también, cuando me felicita con una mano sobre mi hombro. Cuando me presta su saco para protegerme de la lluvia. Cuando me abre la puerta de la agencia y se niega rotundamente a entrar antes que yo, explicándome con una sonrisa franca que la caballerosidad se está perdiendo y es una lástima. No estoy acostumbrada a tantas atenciones. Mi padre no es tan macho pero no hace diferencias entre hombres y mujeres desde que era niña. Y si bien siempre fue un « gentleman », jamás lo he visto comportarse como un marido galante, seductor o siquiera afectivo con Sienna. En cuanto a Tristan y su forma de ser - contradicción, conflicto, contradicción, sus tres C favoritas -, tampoco es un hombre ejemplar.

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