– ¡Sawyer, sé que estás allí, ábreme!—grita Tristan impaciente detrás de la puerta.
Mierda…
Su voz. Sigue teniendo el mismo efecto en mí que en todas las chicas buenas o no tan buenas de la ciudad. La voz del chico que parece un poco más grande.
La voz del chico seguro de sí mismo, que no tiene miedo de nada, que da órdenes sin pensar un segundo que alguien pueda desobedecerlo. La voz del chico que te susurraría las palabras más crueles en tus sueños más ardientes, ésos que nunca tienes, ni siquiera cuando te duermes pensando mucho en ello.
– Sawyer, ¿qué diablos haces? ¿Quieres que sigamos jugando a las adivinanzas? ¡Porque puedo adivinar cómo estás vestida sin ninguna dificultad! —anuncia con una sonrisa en la voz.
– Inténtalo —,farfullo sin nada mejor que responder, deteniendo a Harry que muere de la emoción y no comprende nada de nuestro juego.
– Sin duda te pusiste un pantalón de mezclilla para evitar que te mire. O más bien para evitar sonrojarte si lo hago. Y debes traer una de esas playeras informales para que nadie pueda ver que no tienes senos.
Maldición...
– Entra y cállate —,digo bruscamente abriendo la puerta para que el calvario termine.
Harrison le salta encima gritando su nombre - o algo parecido - y luego se queda aferrado a su pierna, en silencio. Tristan le acaricia el cabello, suavemente, deslizando mil veces sus largos dedos en ese corte de hongo horrible que a su madre tanto le gusta, y que al hermano le divierte tanto cada vez que lo tiene a la mano.
– Hola —,termina por decirme, un tono más abajo.
Su voz es grave pero su mirada también. Pensé que se regocijaría de adivinar lo que traía puesto. En lugar de ello, me observa, espera mi reacción.
Detesto esa seguridad que le hace tolerar el silencio. Y hasta adorar todos los momentos de incomodidad que es capaz de provocar. Ese imbécil sería verdaderamente apuesto si no estuviera tan consciente de ello.
Jamás se lo he dicho a nadie, pero creo que se parece a Brad Pitt de joven. Sólo que menos rubio. Pero tiene todo lo demás. A la vez « chico adorable » y « macho dominante ». Sonriente pero misterioso también. Que pretende ser tranquilo pero puede convertirse en implacable sin que uno se lo espere. Una insoportable mezcla de sex symbol y bad boy.
¡Deja de pensar y habla!
– Dije « hola » —,insiste para hacerme reaccionar arrugando sus impacientes ojos azules.
– Qué bien, por fin alguien logró enseñarte modales —,intento provocarlo para que deje de mirarme así.
– Y al parecer a ti tu padre todavía no te ha enseñado a vestirte... ¿Sí sabes que aquí estamos en Florida? ¿No en París? Nadie se pone pantalones de mezclilla en julio en las Keys, se burla estudiándome de arriba a abajo.
– Tu pequeña clase de geografía es realmente interesante —,replico poniendo los ojos en blanco. –Pero si pudieras entrar y cerrar la puerta tras de ti, tal vez podría retomar mi vida y hacer como si no estuvieras aquí.
Él se inclina para tomar a Harry entre sus brazos, sin dejar de mirarme, y el pequeño se prenda automáticamente de él como si sus dos cuerpos conocieran esta posición de memoria: las piernas del niño alrededor de la cintura de su hermano, sus brazos alrededor del cuello, su pequeño rostro acomodado detrás del hombro de Tristan y con Alfred el cocodrilo colgando de la pata que está dentro de su boca.
– Escúchame bien, hermanito —,se pone a susurrar lo suficientemente fuerte para que lo escuche. Si una chica esconde sus piernas aunque haya un calor de treinta y dos grados afuera, es principalmente por una de dos razones: o no se ha rasurado y teme que lo notes, o tiene un problema de autoestima y tiene miedo de que le parezcas demasiado gorda o demasiado flaca. Y en cualquiera de los dos casos, si tiene miedo es porque le gustas.
– ¡En tus sueño, Quinn! le digo, lista para salir corriendo cuanto antes.
– ¡De hecho, Sawyer! responde mientras comienzo a subir las escaleras. Gracias por haberme abierto la puerta —,se regocija sacando las llaves de su bolsillo y haciendo bailar el anillo alrededor de su índice.
Me detengo en medio de las escaleras, tan sorprendida por su audacia, tan irritada por su actitud y tan frustrada por haberlo dejado ganar, que ya no puedo avanzar.
Estoy buscando algo, lo que sea, que pueda lanzarle a la cabeza. Pero con todas las amas de llaves contratadas por Sienna para limpiar su magnífica villa, jamás hay nada fuera de su lugar. Me conformo con inhalar profundamente antes de decir, sin siquiera mirar a Tristan:
– Llevas cinco minutos aquí y ya me hartaste. ¿Podemos solamente ignorarnos hasta el final del verano?
– Iba a proponerte lo mismo —,pronuncia su voz grave con un tono finalmente serio. –Y cuando te dije que eras mi hermanastra hace rato, estaba bromeando. No somos nada el uno del otro, Sawyer. Y quiero que así sigamos —,agrega frotándose la nuca.
– Estoy de acuerdo contigo —,asiento sosteniendo su mirada.
Una incomodidad me invade y es él quien desvía la mirada, por primera vez, como si estuviera igual que yo.
Regreso a subir las escaleras y voy a encerrarme en mi habitación. Al fin sola. Al fin libre de ese pantalón que me oprime. Y de ese aire sofocante que llena la atmósfera cada vez que me encuentro en la misma habitación que él.
Y hoy más que todas las veces anteriores juntas.
Tengo que vivir con Tristan Quinn desde hace tres años - cuando mi padre y su madre tuvieron la genial idea de empezar a salir, de vivir juntos y después de casarse - , y siempre he logrado evitar su presencia al máximo. Ya sea que él se quedara en el internado, hasta los fines de semana - sin duda para evitar a su madre a la que odia casi tanto como yo -, o que yo huyera de la casa para quedarme con mi abuela, sólo durante las vacaciones, cuando él no tenía más opción que quedarse allí.
Pero esta vez, ambos terminamos el bachillerato, no tengo ni idea de lo que piensa hacer el año que entra y yo tampoco estoy tan segura de mi propio futuro.
Con un poco de suerte, iré a la universidad - si me aceptan en alguna de las que apliqué, a pesar de mi historial tan soso - y jamás volveré a ver su cara de ángel diabólico.
Si no, ya encontraré otra solución.
Mientras tanto, nos queda todo un verano soportándonos.
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Juegos Prohibidos
Teen FictionA los 15 años conocí a mi peor enemigo. Sólo que Tristan era también el hijo de la nueva esposa de mi padre. Y eso nos obligaba a vivir en la misma familia, aunque no tuviésemos ningún vinculo de sangre. Entre nosotros, la guerra estaba declarada. Y...