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Su mirada se dirigió hacia la puerta, y luego a Jaemin quien lo esperaba nervioso. Se bajó del alféizar y tomó a Jaemin del brazo.

—Salta tú primero —dijo.

Jaemin lo miró confundido.

—¿Por qué?

—No alcanzaremos a escapar. Y si tenemos que defendernos, yo lo haré. Soy quien tiene las armas —señaló su bolso.

—Bien —aceptó, porque refutándole sólo estaría entregándose a la cárcel, literalmente.

Jeno sacó una navaja del bolso, mientras Jaemin se subía al alféizar. Dio una mirada rápida hacia abajo. La altura no era mucha, sin embargo, si se caía de la manera incorrecta, podría provocar una lesión.

Saltó sin pensárselo más. Cayó con sus pies y amortiguó la caída rodando por el suelo. Se quedó esperando a Jeno desde el mismo lugar, quien en ese momento ya empezaba a subirse al alféizar para saltar también. Le dio una mirada rápida a la puerta, al parecer seguían luchando con las llaves. Aunque, justo en el momento en el que guardó su navaja para saltar, se abre la puerta.

Dos policías entraron de un salto en la habitación con sus armas cargadas. Uno de ellos lo divisó y gritó:

—¡Alto ahí! ¡Policía!

Jeno reaccionó antes de que el policía disparase. La bala voló por los aires y por suerte no cayó en su cuerpo, pero pisó mal y se dobló la pierna que justamente seguía herida.

—¡Mierda! ¡Levántate! —chilló Jaemin, yendo en su ayuda. Lo tomó del brazo y lo rodeó alrededor de sus hombros para ayudarlo a caminar—. ¿Estás bien?

Jeno asintió con la cabeza, aunque con su expresión demostrase que le había dolido. Jaemin vio hacia atrás, los dos policías los miraban desde la ventana. Uno de ellos apuntó con el arma en su dirección.

—Tenemos que correr. ¡Vámonos!

Aceleraron el paso con dificultad. Jeno intentó no cojear, pero su herida hecha la noche anterior al parecer se había abierto, porque empezó a arder. Se apoyó en Jaemin y poniendo todo su esfuerzo, logró andar más rápido.

Corrieron bosque adentro. El policía que los había apuntado disparó fallidamente dos veces, y luego los disparos cesaron.

Se adentraron un poco más en el bosque hasta que la fachada del edificio fue tapada por las hojas de los árboles. Se aseguró de que no hubiese nada ni nadie cerca, y sólo entonces, dejó de correr.

—Joder, eso estuvo cerca —suspiró con alivio. Se quito el brazo de Jeno de encima para apoyar su espalda contra la corteza del árbol que tenía detrás.

—Sí... —dijo Jeno con voz agitada. Su aliento caliente chocó contra el rostro de Jaemin. Notó que se estaban sosteniendo de las manos, pero prefirió no decir nada al respecto hasta que Jaemin se diese cuenta por sí mismo. Aprovechó de disfrutar de su tacto en silencio mientras tanto.

—¿Qué deberíamos hacer ahora? —preguntó el menor.

No supo si era la costumbre o si no quería alejarse de él, pero Jaemin no se veía incómodo con la proximidad que estaban compartiendo. Un centímetro más y sus narices podrían rozarse. Sea la razón por la que sea, deseaba que no se alejase, al menos por ahora.

—Yo creo que... —Su rostro y aroma dulce tan cerca del suyo no lo estaba ayudando a pensar, sino a recordar muchas escenas que ahora mismo empezaba a añorar—. Lo primero será ir al hospital, me duele la pierna. Y luego... deberíamos cambiar nuestra apariencia, ¿no crees?

misfit ー nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora