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Hasta hace unos días, Jaemin podía jurar que estaba viviendo los mejores días de su vida, aun teniendo en cuenta el contexto en el que se encontraba. Estaba tranquilo junto a Jeno, y eso para él era más que suficiente.

O de eso estaba tratando de convencerse, porque las cosas se han ido tornando extrañas con el paso del tiempo.

Su relación iba bien, más que bien, incluso. Jaemin solía alejarse de la gente, pero con Jeno ha sucedido todo lo contrario. Cada vez siente el anhelo y la necesidad de estar junto a él, de conectar de manera mucho más profunda, de llegar a un punto de intimidad en donde ninguno de los dos es desconocedor.

Pero, aparentemente, Jeno no pensaba lo mismo, o bien, no estaban destinados a llegar a ese punto, pues las cosas han cambiado, y no necesariamente para bien.

Intentaba convencerse de que solo eran ideas suyas, pues siempre que sus sospechas nacían, Jeno hacía algo que le hacía pensar que estaba equivocado, o bien, solo estaba imaginándolo. Pero una parte de sí le decía que le estaba ocultando algo, algo que tenía que saber. Mas temía arruinarlo. Aún no era del todo bueno controlando sus impulsos y lo más probable sería que terminarían en una discusión cargada de frustración, y entonces la magia habría acabado.

Así que se conformaba con esperar, por ahora. Pero ya se estaba cansando.

—¿Adónde vas? —le preguntó Jaemin con voz ronca y medio soñoliento, al sentir a Jeno levantarse de la cama.

—Perdón, ¿te desperté? —dijo él en un tono suave—. Iré al baño y buscaré algo de comer, me dio hambre.

Jaemin guardó silencio, sin saber si creerle.

—Si vas a trotar dímelo. No quiero que te accidentes de nuevo —le advirtió antes de decidir confiar en él y arroparse con las sábanas.

—Si no puedo dormir, lo haré —Se arrastró por la cama para besar su frente y por fin se levantó.

—Entonces déjame ir contigo —dijo y al zafarse de las sábanas Jeno lo detuvo.

—Oh, no. Duerme tranquilo, no pasará nada.

—Pero yo también quiero hacer ejercicio contigo... —insistió, usando la carta de sonar suplicante, pero no rindió frutos.

—Descansa. —Tomó el edredón y lo tapó—. No quiero que por dormir menos estés de gruñón por la mañana.

Aquel comentario le ofendió pero de igual manera desistió y se acostó. Oyó a Jeno moverse por el departamento un par de minutos antes de salir finalmente.

Decidió ver si no le estaba mintiendo, y para comprobarlo, se asomó el balcón a mirar la entrada del edificio. Jeno traía sus audífonos puestos y su ropa de deporte.

Suspiró. Solo eran ideas suyas, de seguro.

Pero su instinto le decía, le gritaba que algo no iba bien. Y su instinto nunca fallaba.

Un par de horas más tarde volvió. Jaemin no fue capaz de dormir en todo ese rato y lo esperó, pero al oírlo entrar en la habitación prefirió hacerse el dormido. Jeno volvió a la cama luego de una ducha y con cuidado de no despertarlo, se acurrucó a su lado.

Jaemin sintió sus manos apegarse a su cuerpo, mimando su cabeza y acariciando su piel. Minutos pasaron, mientras Jaemin luchaba contra la tentación de seguir indagando, de preguntarle por qué hace días que lo está evitando, que sale en mitad de la noche con la excusa de hacer ejercicio.

Desde que llegó golpeado aquel día de haber corrido que sospecha que algo le pasa, sin embargo, es incapaz de encontrarle una razón. Tal vez solo estaba imaginando demás, después de todo, siempre ha tenido ese instinto, o más bien, la ansiedad de estar cerca del peligro todo el tiempo, y por lo mismo imaginaba malos escenarios cuando en realidad, Jeno solo estaba actuando normal.

misfit ー nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora