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❝Sé que no es fácil, pero creo que necesitamos comenzar de nuevo. 

Todos mis amigos y familia me advierten que no eres bueno.

Y ahora que finalmente soy feliz, deseo que hubiesen comprendido.

Pueden desaprobarnos, pero no nos separarán. 

Protegeré tu corazón.❞

Our way out — Nico Collins 


Como una gama de colores, existe una infinidad de amores. Amores no correspondidos, amores dolorosos, amores inmaduros que aún tienen mucho de lo que aprender, amores con heridas abiertas, etc. Existen muchas formas, y es increíble que todas compartan un mismo sentimiento. Y la manera en la que el amor está ligado al destino solo lo hace más impresionante, puesto que aquí entra un nuevo tipo de amor: ese que, por más que se intente, jamás podrá ser separado. No importa los baches que haya en el camino, lo mucho que se enrede el hilo rojo del destino, o lo distanciados que estén: el destino siempre encontrará una manera de juntarlos, y el amor actuará como una pócima de lento efecto, pero tan duradera que ni con el más fuerte antídoto podrá ser anulado.

Cuando Taeyong presenció lo que había pasado con Doyoung, frenó el coche de inmediato. Vio el coche doblar a la izquierda y perderlo de vista, mas optó por dejarlos ir, por ahora.

—¿Estás bien? —preguntó, alterado.

Doyoung asintió con la cabeza a pesar de que el dolor fuese evidente en su rostro.

—¿Por qué los dejaste ir? Pudimos haberlos atrapado —dijo, con voz forzada.

—¿Y dejarte desangrarte literalmente a mi lado? No. Aguanta un poco más, iré directo al hospital.

—No... tienes que perseguirlos —insistió.

—Déjalos, de todas formas, ya tengo su placa grabada. Así que no se nos será tan difícil encontrarlos.

Doyoung claudicó, más que nada, porque la hemorragia empezaba a causar su efecto y la mente se le estaba nublando. Taeyong giró en la dirección contraria, y se devolvió a la calle principal en búsqueda de algún hospital. Para su suerte, logró encontrar uno en poco tiempo. Se estacionó sin preocuparse mucho de haberlo hecho bien. Ayudó a Doyoung a caminar, aunque su problema fuese el hombro y no las piernas, y con avidez se acercó a la entrada de la sección de urgencias. Dejó al menor sentado y corrió hacia el doctor que se encontraba atendiendo a otro paciente en aquel momento.

—Ayuda, por favor, mi compañero está herido —le pidió de manera impaciente.

El doctor lo escuchó y corrieron en búsqueda del herido. Doyoung intentaba mantener la calma, pero el ardor era demasiado fuerte como para no quejarse. Lo revisó rápidamente, y procedió con lo demás.

—Quitaremos la bala y los pedazos de cristal en el quirófano. Será trasladado de inmediato. Luego se le hará una transfusión por la sangre perdida y luego de un par de horas podrá irse a casa.

El alivio que Taeyong sintió fue inigualable.

—Gracias...

—¿Usted está bien? Tiene sangre en los dedos y estos tiemblan.

—Ah, sí, estoy bien. Es sangre de él cuando intenté detener la hemorragia —sonrió con incomodidad.

—Bien. Necesito que llene el formulario, tendrá que esperar una hora aproximadamente hasta que la operación esté terminada. —Le pasó papel higiénico para que se limpiase las manos junto a los papeles.

misfit ー nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora