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La paciencia es una virtud. Una virtud que Doyoung posee, pero teniendo a alguien tan obstinado como Taeyong de compañero, cualquiera podría perderla.

Era cierto cuando dijo que no era el mismo de hace un año atrás, porque en comparación a ese Taeyong con el que compartió años de su vida, era difícil encontrar similitudes. Sobre todo porque se veía cegado por una sola cosa, una cosa que el Taeyong de antes habría repudiado con todo su ser.

—No debiste confiar tanto en Mark ni en tu plan, Taeyong —le reprochó al verlo moverse inquieto de un lado a otro.

—Eso no es lo que me preocupa, Doyoung. Me preocupa lo que ese imbécil le hará a Jaemin, Jeno y Renjun. —Y con una mirada casi desesperada, se giró a él para exclamar—. ¡Si los mata nuestro caso se irá a la mierda! Todo nuestro esfuerzo no habrá valido la pena. Tengo que detenerlo. Tengo que atrapar a Jaemin y Jeno primero antes de que él lo haga.

Doyoung lo retuvo antes de que se le escapase otra vez. Jaló su brazo y lo mantuvo consigo cuando vio que iba a abrir la puerta del departamento.

—¡Taeyong! ¿Acaso no te das cuenta de lo obsesivo que estás siendo? Has llegado demasiado lejos ya, aún tienes tiempo para retractarte y no recibir un castigo peor por parte de las autoridades.

Al parecer sus palabras no surtieron ningún efecto en él, puesto que su expresión dura permaneció.

—Es que tengo que atraparlos, Doyoung. Cueste lo que cueste. Esos dos han sido los que han puesto casi todo Corea patas arriba, ¿y crees que desistiré solo porque no puedo atraparlos con los métodos permitidos? Lo siento, pero no siempre se llega a la justicia con la misma justicia.

Su novio empuñó sus manos y frunció su rostro. No podía refutarle, no podía encontrar una forma de detenerlo, porque sabía que, de una u otra manera, esto no saldría bien. Y parece ser que ya era demasiado tarde como para detenerlo.

—Yo solo quiero que hagamos nuestro trabajo dignamente... —musitó, al borde de las lágrimas.

Llevaba aguantándose un tiempo. Guardando silencio mientras Taeyong planeaba una forma de atraparlos junto a Mark. Mientras intercambiaban información, mientras lo escuchaba levantarse en la madrugada y salir para volver al amanecer. Y ahora que tuvo la última oportunidad para detenerlo, no funcionó, lo que quería decir que todas sus cartas ya habían sido ocupadas.

—Lo sé... —Taeyong se acercó a él y acunó su rostro con sus manos con parsimonia—. Ojalá yo también pudiese haber hecho lo mismo, pero nos quedamos sin opciones. Ni con refuerzos pudimos atraparlos y ahora, solo nos queda tomar medidas drásticas.

Doyoung no supo qué responder. Simplemente soltó un suspiro de desconsuelo, sabiendo que ya no había otra forma de detenerlo.

—¿Aún conservas el anillo?

Asintió con la cabeza, aunque no entendió por qué de pronto se lo preguntaba. Lo sacó del bolsillo de su chaqueta y se lo mostró.

Taeyong no dudó en tomarlo, y asimismo tomó su diestra y le colocó el anillo en el dedo anular. Algo se revolvió dentro del cuerpo de Doyoung ante aquel acto tan inesperado.

—Te quiero pedir que lo cuides de ahora en adelante. Porque prontamente ya no lo usarás como un recuerdo amargo. ¿Recuerdas su significado?

Doyoung asintió con la cabeza. «¿Sabías que los rubíes son la representación de muchas cosas? Como el amor, el coraje, la pasión... Siento que queda bien con nuestra historia» Esas fueron sus exactas palabras. Obviamente iba a recordar absolutamente todo sobre el día en que se comprometió a casarse con él, el amor de su vida. Y le dolía saber que, aún después de que el tiempo haya avanzado, el significado sea igual de relevante para ellos. Todo lo que han pasado juntos, desde su unión, hasta el rechazo de sus padres, y luego su separación, ha sido significativo en su vida, y justamente ahora, tenía miedo de que el final volviese a ser el mismo esta vez.

misfit ー nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora