misfit ー nomin

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Y la venganza continúa siendo un tema de interés, y siempre lo será. Porque el rencor, sentimiento natural en el ser humano, está presente en cualquier individuo que ha sufrido algún daño por parte de otro. Y ese sentimiento, mezclado con la venganza, puede llegar a ser mortífero. No en la víctima, sino en quien la padece.

Al despertar, se encontró en una camilla de hospital, con el suero inyectándose en sus venas. Un enorme dolor de espalda lo hizo acomodarse.

—¡No se mueva, Señor! —oyó exclamar alguien a su lado—. Sus heridas aún están frescas y si se mueve un poquito podrían abrirse.

—¿Qué hago aquí? —cuestionó. Observó el lugar, era una lujosa habitación para que sólo él la ocupase. Iba a desobedecer a su asistente, pero desistió al sentir un dolor desgarrador en ambas piernas. Su cabeza se estampó contra la almohada. Respiró con agitación para reprimir el gemido de dolor que estuvo a punto de escapársele de los labios.

—Tiene las dos piernas heridas de bala. Tiene que estar por lo menos unos cinco días en reposo para que...

—¿¡En reposo!? —exclamó en un tono que al menor le exaltó—. Olvídalo, tengo que ir a buscar a mi hermano. —E hizo el amago de zafarse de las sábanas, pero su asistente tuvo el atrevimiento de detenerlo.

—Lo siento, no puedo permitirlo. —Tomó sus brazos para impedir que se moviese—. Si no guarda reposo podría hasta perder las piernas.

—No me importa. Resérvame un vuelo a Jeju —exigió, sacando a relucir su intrínseca actitud testaruda. Mark jamás perdía una discusión, menos delante de su asistente.

Aunque esta, tal vez, sería una excepción.

—No, señor. No lo haré. —Jisung permaneció firme en su posición—. Si viaja ahora mismo podría hasta perder las piernas. Y de ese modo su búsqueda será limitada por su discapacidad. Es posible que hasta no pueda cumplir con su misión si no se recupera por un par de días.

Mark lo asesinó con la mirada. Tenía un punto. Pero simplemente no podía esperar, no podía dejar que su hermano se saliese con la suya de esa manera.

Jisung predijo lo que estaba a punto de decir, por lo que agregó antes de que pudiese refutarle.

—Sólo es un par de días. Jaemin no irá a ninguna parte, la frontera está cerrada para ellos.

Eso pareció tranquilizarlo, porque su expresión de perro enrabiado se ablandó.

—¿Cuántos días son?

—Cinco.

Gruñó, pero se resignó. No tenía otra opción.

—Bien. Pero apenas pueda caminar reservarás esos vuelos y nos iremos.

—Como usted diga, señor. —Y salió de la habitación con una sonrisa esbozada en el rostro. Mark era fácil de convencer, sólo era un terco con carácter. Y él aprendió a lidiar con ello.

Un rechazo jamás se había sentido tan dolorosocomo este. Estuvo a punto de arriesgarse, pero Jaemin se quedó con la idea de no sobrepasar límites y rechazó algo que, tal vez, deseó muy prematuramente.

Lo vio de soslayo irse en dirección al coche. El sol ya se había escondido, la brisa había refrescado, por lo que no tenía mucho sentido quedarse aquí ya más.

Volvió también al coche con cuidado. Su pierna aún dolía y si hacía un mal movimiento podría empeorarlo. Jaemin lo observó y lo ayudó a bajar cuando estuvieron lo suficientemente cerca.