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El resto del viaje fue en completo silencio. Jeno se centró en conducir mientras seguía las instrucciones del GPS. Jaemin admiraba el paisaje, observaba la costa, preguntándose lo que habría pasado si Renjun no se hubiese cruzado en su camino. Tal vez habrían empezado de nuevo, se estarían cuestionando si su plan estaría funcionando y, sobre todo, estaría inseguro ante la idea de poder escapar totalmente de la policía o siquiera terminar vivo. Estando aquí, aliado con Renjun, tampoco estaba muy seguro de que en unos días más podría seguir con vida, pero de todas las formas posibles su vida corría riesgo, así que aquel punto siempre quedaba descartado como requisito en la toma de decisiones.

La noche los alcanzó demasiado rápido, cuando Jeno detuvo el auto el sol comenzó a acariciar los bordes del mar y a pintar el lienzo que era el cielo con sus característicos colores cálidos.

—Aquí es, al parecer —dijo al estacionar el auto afuera.

Jaemin apartó la vista del mar para mirar a Jeno y luego el lugar que tenía enfrente, un edificio de no más de cinco pisos, pero lo suficientemente elegante como para adivinar que no se trataba de un lugar que cualquier persona se podría costear.

—¿Estás seguro? —Por alguna razón, no podía fiarse del todo en Renjun. Su personalidad excéntrica le hacía imposible predecir su siguiente movimiento. Quizás era así por exactamente esa misma razón.

Jeno frunció sus labios y asintió con la cabeza para después señalar el GPS del coche. Estaban en el mismo lugar que el mapa indicaba como dirección de destino.

—Debe ser... Dijo que nos tenía un sitio en donde quedarnos, así que supongo que será este.

—Siento que es demasiado lujoso para que nos haya dejado vivir aquí. —Jaemin definitivamente no podía fiarse en lo absoluto de Renjun, por más razones que tenga para fiarse, por más que sea el novio de Haechan. Algo no le terminaba de cuadrar, una trampa, tal vez, un engaño, o quizás le estaba buscando la quinta pata al gato como excusa para huir de esto.

—Bueno, pues habrá que averiguarlo. —Se desabrochó el cinturón, y cuando estuvo a punto de abrir la puerta, Jaemin lo detiene con una pregunta.

—¿Y cómo sabremos qué departamento es?

—Tienes razón... Alguna nota nos habrá dejado, ¿no? Revisa por ahí.

Jaemin abrió la guantera primero. Lo único que había ahí era un post-it amarillo con algo escrito. Lo tomó, y lo leyó en voz alta.

—Departamento 401. La clave es 060600. —Le entregó la nota a Jeno para que la viese también—. La clave es la fecha de nacimiento de Haechan...

—Ya veo... Entonces, ¿lo intentamos?

Algo inseguro aún, Jaemin asintió. Se bajaron del coche para entrar al vestíbulo. El conserje al verlos se puso de pie.

—Buenas tardes. Venimos al departamento 401.

—Ah, ustedes deben ser los nuevos inquilinos —dijo el conserje, y chequeó algo en la pantalla de su computadora—. ¿Lee Joohyun y Kim Sungcheol?

—Uhm... sí —dijo Jeno, no estando del todo seguro.

—Bien —el hombre, de mediana edad, ni se molestó en corroborar sus identificaciones, simplemente les extendió un papel—. Estos son los requisitos que dejó el señor Huang. Lamentablemente, por su trabajo, no puede decírselos él mismo, por lo que me pidió que les entregara eso. Pueden pasar. —Sonrió con cordialidad.

Jeno recibió el papel y Jaemin le pidió que lo abriese. Era un papel escrito a mano, y sobre él tenía un solo requisito escrito con letra grande.

—No tengan sexo en mi...

misfit ー nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora