Meilin piensa que tiene una buena vida pero todo se vuelve extraño cuando comienza a sentirse rara alrededor de su mejor amiga.
Pero las cosas se podrían peor poco a poco gracias a su mamá.
• Mei x Miriam.
• Shipp lésbico.
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2003, Toronto - Canadá.
Meilin Lee.
Había pasado exactamente un año del pandapocalipsis, las cosas habían cambiado. Tener 14 años era un sentimiento nuevo, pero después de todo lo que había pasado, nada podia sorprenderme. La deuda con el Sky Dome había sido pagada gracias a nuestro trabajo, eso nos mantenía orgullosas tanto a mamá como a mi, ella... se esfuerza por cambiar aunque a veces hay cosas que no son faciles ¡Pero todo va mejorando! Algunas cosas han cambiado, otras no, pero vamos bien ¿De que podría quejarme?
— Chica, si este año te conviertes en una mujer lobo, no me quejaria, es mi sueño.
— Ojala que nadie te escuche Priya. —Respondí al raro giro que tuvo nuestra conversación. — Espero no enterarme que tengo otra antepasada que podría hacerme convertir en otro animal ¡Sería terrible!
— ¡Pero adorable! - Gritó Abby.
Rodé los ojos riendo, esa situación es prácticamente imposible pero una mujer lobo... Conversar en el pasillo con mis amigas era lindo pero últimamente siempre éramos solo tres, a Miriam se le había hecho un habito llegar tarde... como ahora.
— ¡Chicas! — ¿Acaso tenemos telepatia? — Se me hizo tarde.
Miriam entro corriendo por la puerta principal con el skeatboard en su mano -Aunque claramente le dijeron que no lo lleve- agitada y casi sin poder hablarnos.
— ¡Miriam! Tienes que llegar temprano, podrían reportarte.
—¿Otra vez? - Se quejó, Mir ya tenia algunos reportes por esa razón.
—Exacto, no puedes seguir llegando tarde. - Agregó Priya con su típica actitud.
—Ellas tiene razón ¡Podrían suspenderte! — Gritó Abby y conincidimos todas.
Miriam suspiro guardando algunas de sus cosas en su casillero, incluyendo la botella.
— Intentare no volver a llegar tarde chicas, no se preocupen tanto.
Ella sonrió pero no me convencia, ella era muy enérgica casi siempre pero hoy, parecía no sentirse tan bien y eso no me gustaba porque, vamos, es mi mejor amiga.
— ¿Desayunaste al menos?
— Ehhh... — La respuesta era obvia.
— ¿¡No lo hiciste!? — Mis orejas de panda aprarecieron por mi preocupación, eso no era bueno.
