Capítulo 14

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Hay tres cosas que no sabía de mi misma hasta este momento.

La Primera: Se pelear y usar mis puños mejor que un hombre.

La Segunda: Tengo un carácter un poco temperamental.

La Tercera: Odio que me jalen el cabello.

—¡Suéltame Colton! —grito con todas mis fuerzas mientras sus manos me arrastran fuera de la multitud.

—¡Deja de retorcerte! —exclama —¡Vienen los guardias!

—¿Y a mí que me importa? —mis ojos solo destilan veneno. Quiero acabar con Cassey, la miro entre la multitud de personas congregadas, entre ellas chicos del pabellón de hombres que miran curiosos la escena. Veo algunas enfermeras sacándola de en medio. Puedo ver su rostro, el ojo derecho lo tiene inflamado, también le sangra la nariz, tiene un rasguño en el labio de donde sale un hilo de sangre.

De esta no se recuperará tan rápido.

Miro mis manos, están hechas un puño y tengo sangre en los nudillos. Me doy cuenta que Colton me está abrazando, mientras me arrastra.

—¡Suéltame! —lo empujo con todas mis fuerzas.

—Te has metido en un gran problema —susurra cerca de mi oído mandando una corriente eléctrica.

Una chica nos bloquea el paso para al fin poder alejarme de él, la empujo.

Cuando ya estamos afuera de todo el desorden, me acerco a encararlo.

—¿Y eso a ti que te importa?, no debiste haberme sacado de ahí, no entiendo por qué lo hiciste.

—Cómo seguías, ibas a terminar matando a la pobre chica.

¿Pobre chica? ¡Ah no! No dejaré que la victimice.

—¿Pobre chica?, ¿es que acaso estas bromeando?, tú no sabes de lo que ella es capaz, ¡No tenías por qué interponerte!

—Y parece que tampoco se de lo que eres capaz tú —me lanza una mirada cargada de seriedad. — ¿Es que acaso tenías planeado matarla?

Matarla no, hacerla sufrir sí.

—Si tenía planeado hacerlo o no, es mi maldito problema.

Me mira molesto.

—¡Joder! ahí vienen.

Los guardias se abren paso y me toman de ambos brazos, me arrastran lejos de Colton, quien solo se queda mirando.

Las miradas de la multitud son variadas, entre molestos, felices, ceños fruncidos, curiosidad y miedo, sobre todo miedo. ¿Es que acaso me he convertido en una amenaza para ellos también?

—¡Camina! —me empuja uno de los guardias.

Veo como entre enfermeras y guardias sacan a Cassey del comedor.

Me escoltan hasta el pabellón y me guían hasta... ¡No puede ser!, la oficina de la Doctora Mónica.

Cassey se queda en recepción, mientras las enfermeras le curan las heridas. Le ruedan lágrimas por su mejilla, mientras que para mí solo es un acto de hacerse la víctima.

Me hacen entrar a la oficina de la Doctora Mónica. Los guardias me dejan caer en un asiento y se quedan a ambos costados míos.

Me encuentro de frente con mi pesadilla, cruzada de piernas, mirándome seriamente bajo esas horribles gafas. Lleva el cabello ordenado al igual que su traje, todo tan profesional cuando yo sé que es una corrupta.

Mi Telequinesis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora