Capítulo 23

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Las manos me sudan, tengo el cabello pegado a mi nuca. Nunca me había sentido tan nerviosa como ahora. Veo como Jota se está intentando ponerse de pie, pero no lo logra.

Ben se acerca a mí con una sonrisa maliciosa.

— ¿Así que esto era lo que intentabas ocultar? —le pregunta a Jota — ¡Una chica! 

Él no responde.

— ¡Tú nombre! —exclama Ben con rudeza.

Miro al chico que esta tirado en el suelo y me quedo en silencio.

— ¡He dicho tú nombre! 

— ¡Déjala en paz Ben! —exclama Jota con una mueca de dolor.

— ¡Cierra la Boca! —le ordena— ¡Dime tu maldito nombre a menos que quieras ver cómo le rompo la espalda a este idiota! —le apunta.

Dudo por un momento y respondo antes que lo vuelva a golpear —Me llamo Jay —miento.

— ¿Así que Jay?, eso suena algo varonil para ser de una mujer ¿no crees? —enarca una ceja— ¡Dime la verdad niña!

— ¡No le respondas! —grita Jota — ¡Huye! ¡Sal de aquí!

— ¡Cierra la maldita Boca! —se le acerca y toma el arma con fuerza.

— ¡No! —grito asustada cuando veo que nuevamente lo va a golpear.

— ¿No quieres que lo golpee? —se detiene a centímetros de la espalda del chico — ¡Entonces dime lo que haces aquí!

— ¡No le digas nada! ¿Me oyes? —exclama Jota.

— ¡Dime en qué demonios andas metida! ¿Qué haces aquí y con este? —lo vuelve a apuntar. — ¡Dímelo!

—Yo... —mi voz se convierte en un susurro. No puedo, no puedo decir que es lo que vine a hacer aquí.

— ¡Habla!

Miro a Jota y veo sus ojos, me niega con la cabeza para que no hable. Se está intentando poner de pie hasta que logra pararse sobre una rodilla

— ¡Dilo maldita sea! —aprieta la luma y por un momento pienso que me golpeara a mí. Jota se ha puesto de pie, pero Ben se percata y le da un empujón y azota el arma en su rostro, el chico cae como peso muerto al suelo.

— ¡Basta! —grito. — ¡Basta, por favor!

— ¡Si no quieres que lo siga golpeando, más te vale que vayas soltando que es lo que haces aquí!

Jota escupe sangre. 

— ¿Acaso estas aliada con este idiota? te doy diez segundos para responder o si no dejare caer esto sobre su espalda.

— ¡No le respondas! ¡No le digas nada! —grita escupiendo — ¡Vete de aquí! ¡Vuelve a tú pabellón!

No puedo, no puedo irme y dejarlo solo. No puedo.

—Diez —comienza a contar —nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos —toma fuerza, lo va a golpear —¡Habla maldita sea! ¡Eres igual que ellos, una maldita escoria, por eso también estas encerrada en este lugar! ¡Ustedes —nos apunta —son una basura de la sociedad! 

Siento como el calor me sube a las mejillas, siento como una energía extraña me recorre el cuerpo y llega hasta mis manos. Se me nubla por un momento la visión. ¡Lo haré pagar!

Ben lo alcanza a golpear cerca de la nuca.

— ¡Basta! —apunto mis manos hacia él— ¡No te atrevas a tocarlo!

Mi Telequinesis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora