Capítulo 34

1.8K 112 46
                                    

Narrado por Lilly.

—Siento lástima por ella —le comento a Lucy, la enfermera que hace mi remplazo en las noches.

—Yo no, tú no viste en el estado en que la llevaron, pateaba, gruñía y babeaba, no puedo creer que esa chica se comporte así.

—Pero Emily no era así —le corrijo —la conozco desde que fue ingresada aquí.

Se que no debería sentir lástima por ninguna de estas chicas, pero por Emily si la siento.

—Deberías ir a ver como esta, ya van dos veces que intenta patear la puerta.

Me levanto del asiento reclinable que está todo roto, no entiendo cómo podemos trabajar en estas condiciones, la tacañeria de la Doctora Mónica y su secretaria son últimas.

Me alejo por el pasillo vacío y toco antes de entrar.  

—Soy Lilly —digo abriendo la puerta. 

Emily esta acostada sobre las sábanas, nuevamente tiene los ojos rojos, debe haber estado llorando, esas horribles pesadillas siempre la atormentan. Me mira como un cachorro herido y se tira hacia atrás como si fuera a lastimarla.

—No te haré daño —le hago un gesto con las manos para que vea que no traigo nada en ellas —solo vengo a ver como estas.

—Hmmm —se queja.

Esa ha sido su respuesta estos últimos días, esa simple expresión me da a entender que está lastimada. Lo que le han hecho no tiene nombre, ese tipo de exámenes nunca se había aplicado a un paciente y no estoy segura que sea legal en este estado.

— ¿Tienes hambre? —me arrodillo a su lado — ¿quieres que te traiga comida?

Sus ojos vacilan entre mi rostro y la muralla, no me contesta.

— ¿Emi? Puedes responderme, yo no te haré daño, recuerda lo que te he dicho, yo estoy aquí para ayudarte.

—Ella...—una lágrima le rueda por la mejilla —me dijo lo mismo.

Trago saliva, debe estarse refiriendo a la Doctora Mónica, seguramente la intento tranquilizar mientras la mojaban para darle una tras otra descarga.

—Pero yo no soy ella, yo no pienso hacerte daño.

—Por...ahora —dice entre dientes.

Me acerco para tomar le la mano, pero me esquiva y me empuja hacia atrás.

— ¡No me toques! —Chilla— ¡No vuelvas a intentar tocarme!

—Está bien, está bien, lo siento —he intentado mirar el daño de sus manos y sus pies para poder curarla, pero ha sido imposible, siempre termina pateando todo, la última vez casi me pega en el vientre y eso hubiera acabado con las tantas posibilidades de quedar embarazada, ahora que por fin ya tengo la noticia de qué si lo estoy, no puedo permitir que alguien me lastime.

—Vete —dice entre dientes y cierra los ojos —déjame... en paz.

—Debes comer, puedo traerte comida y dártela.

—No quiero —suspira, como si se fuera a quedar dormida, pero no lo está. Esta sigilosa como un gato con los oídos atentos a cualquier movimiento, a cualquier sonido, si escucha alguno que la ponga bajo amenaza atacara.

—Emi, lamento por todo lo que pasaste, pero quiero que te recuperes, déjame traerte comida y luego volverás a descansar.

Abre los ojos y me mira.

— ¡Te dije que me dejes en paz, maldita sea! —me levanta con sus manos en un movimiento rápido, abre la puerta y caigo sentada en el corredor. La puerta se cierra sola de un portazo.

Mi Telequinesis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora