Capítulo 5

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—Visita de las doce —la voz de una mujer me despierta, entra a la habitación, observa y luego se va. Miro la otra cama, Winnie está durmiendo. Apoyo mi cabeza sobre la almohada y me vuelvo a dormir.

—¡Seis de la mañana! —me despierta nuevamente la voz de la misma mujer.

—¡Joder! —exclamo tapándome la cabeza con la almohada.

—¿Seguirás durmiendo?

Miro de reojo, Winnie está despierta haciendo algo con sus pinturas.

—¿Qué haces despierta tan temprano? —pregunto somnolienta.

—No me gusta dormir, así que aprovecho de pintar.

—Eres la primera persona que conozco que no le gusta dormir —bostezo.

Sonríe. —Sigue durmiendo, te despertaré cuando llegue la hora del desayuno.

—¿Y eso cuándo será?

—En una hora más.

—Okey —digo dándome la vuelta y cerrando los ojos.

A las siete en punto Winnie me despierta.

—¡Hora del desayuno! —grita Lilly caminando hacia el comedor.

—No te agrada ¿cierto? —Winnie se acerca a mi mientras nos hacen entrar en el mismo comedor del día anterior.

—¿Qué cosa? —frunzo el ceño.

—Este lugar.

—¿A ti sí? —levanto una ceja.

—Ya se me hace una costumbre.

—No quiero acostumbrarme. No pretendo estar mucho tiempo aquí.

—Todas dicen lo mismo cuando llegan aquí y eso nunca sucede —se adelanta y toma una bandeja, se coloca adelante de la misma mujer que ayer me llevo comida.

—Buenos días Winnie —le saluda la mujer con una sonrisa.

—Tía —sonríe Winnie, le sirve el desayuno y luego va a sentarse.

Mi turno.

Dejo la bandeja encima y la mujer me entrega un vaso de leche caliente, una rebanada de pan y una manzana.

—Cómetelo —dice la mujer gorda —y no dejes nada.

Tomo la bandeja, veo a Winnie levantar la mano para que me acerque a ella.

Me siento en frente.

—No deberías volver a sentarte en el asiento de Patty —dice sorbiendo su leche —no le agrada que le quiten su puesto, menos una chica nueva.

Miro instintivamente hacia el asiento, pero Patty no está.

—Hoy no está.

—No —hace una mueca —ha estado metida en la caja.

—¿La caja? —pregunto masticando mi pan.

—Paredes blancas de colchón, camisas de fuerza, seguro que las has visto en televisión.

—¿Qué fue lo que hizo? —frunzo el ceño.

—Ha repetido tu nombre más veces de lo que diría en toda su vida. Ayer las enfermeras no la podían hacer callar, gritaba y las golpeaba, así que la metieron a la caja, es así como nosotras le llamamos.

¿Mi nombre? ¿tanto le afecto que le quitara su asiento o acaso fue por lo otro?, hago una mueca y sigo comiendo.

—No eres muy buena haciendo amigos ¿cierto?

Mi Telequinesis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora