Capítulo 4

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Alguien observa mi cama, es una chica de mi estatura y cabello negro hasta los hombros.

—¿Se te perdió algo? —alzo la voz.

Se gira sorprendida. Su piel es blanca como la cal y tiene los ojos de un color café oscuro penetrante, noto un brillo de curiosidad.

—¿Eres mi nueva compañera? —pregunta con curiosidad.

—Sí, ¿registrabas mis cosas? —levanto una ceja —no tengo drogas si es lo que buscas.

Frunce el ceño ofendida —no buscaba nada.

—¿Entonces porque tienes mi cinturón entre tus manos? —le señalo.

Se mira las manos.

—¡Oh! yo... solo... quería saber si tengo que cuidarme de ti.

Estiro mi mano para que me lo entregue —si no revisas mis cosas no tendrás de qué preocuparte.

—Lo lamento —dice avergonzada.

Tomo el cinturón y lo dejo bajo la almohada.

—Soy Winnie —intenta sonreír.

—Emily.

—Lo sé, Patty no ha parado de repetir tu nombre.

No puede ser, esa maldita loca de nuevo.

Suspiro y me estiro sobre la cama, quiero dormir, y olvidar todo lo que ha sucedido en las últimas veinticuatro horas. Me cruje el estómago, tengo hambre, no he comido nada desde... ya ni lo recuerdo.

—Ese ruido se escucharía desde el otro estado —comenta Winnie.

—¿Que? —me siento de golpe.

—Tú estómago —apunta —supongo que no te comiste lo que te dieron en el comedor.

—¿Tú lo comerías?

Hace una mueca —No, no lo haría —se levanta y va hacia el mueble de la ropa —a ti lo que te dieron fueron las sobras, llegaste tarde —se da la vuelta y me entrega un paquete de galletas.

—¿Y esto? —muevo el paquete hacia todos lados.

—La cocinera me los da, tengo más en ese cajón —apunta.

—¿La cocinera? —frunzo el ceño.

Asiente. —Es mi tía.

—¿Tú tía? —casi me atraganto.

—Es la hermana de mi madre.

—¿Tú madre? eso quiere decir que .... —me quedo callada de golpe.

—Sí, mi madre me trajo a este lugar.

—Lo siento —murmuro bajo. —Gracias por esto —muevo las galletas.

—De nada —sonríe.

Abro el paquete, son pequeñas galletas redondas con chispas de chocolate, hace mucho que no como una de estas. Saco una y me la trago. Termino con el paquete antes que un suspiro.

—Dame el paquete —dice Winnie, le tiendo el paquete vació y ella lo guarda en el mismo cajón. —Si alguien lo descubre tendré problemas.

—¿Nadie más sabe que la cocinera te los da?

—Lo sabe Lilly, la recepcionista. Si la Doctora Mónica los ve de seguro perderé beneficios.

—¿Beneficios? ¿Qué tipo de beneficios? —pregunto curiosa.

—Salir al jardín, leer algún libro o que me quite mis pinturas —apunta el cuadro que está colgado detrás de mi cama.

—¿Lo pintaste tú? —pregunto sorprendida.

Mi Telequinesis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora