Capítulo 20

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La mujer entra a mi habitación y le hace un asentimiento de cabeza a Lilly para que se retire y nos deje a solas. Lilly me mira de reojo y puedo ver en su rostro la expresión del temor. Se lo que pasará, habrá represarías. Se retira de la habitación.

La Doctora cierra la puerta y se cruza de brazos.

—Los rumores se están esparciendo rápido.

— ¿Qué rumores? —me ponga a la defensiva.

—Sobre tu sesión de electrochoques, a lo que seguramente tú le llamas tortura —estuvo escuchando la conversación que tuve con Lilly, no hay duda. 

— ¿Lo está contradiciendo? —levanto una ceja.

—Claro que sí, son sesiones incluidas en tu tratamiento de recuperación, ya te lo dije, tú estás enferma —hace énfasis en la última palabra.

—Yo nunca he estado enferma —niego tajante.

—Sí lo estas Emily y es por eso que he duplicado tus sesiones de electrochoques.

— ¿Qué? ¡Esta loca si cree que podrá volver a llevarme a ese lugar! ¡¿Me escucho?! ¡Primero muerta!

—Como lo prefieras, aunque muerta no me sirves.

Aprieto la mandíbula enojada.

— ¿A que ha venido?, ¿Qué es lo que quiere de mí?

—Vine a advertirte.

— ¡Vaya!, que novedad —suelto irónica.

—La mayoría se ha dado cuenta de los sucesos extraños que han sucedido últimamente, sé que esto no te debe sorprender ¿cierto? —alza una ceja —no te has mantenido al margen y con eso te has expuesto, todas las chicas se preguntan qué fue lo que sucedió exactamente en la habitación de los electrochoques y eso se esparció hasta el pabellón de los hombres. No me lo has hecho fácil Emily Wilde, así que esta es tú última advertencia antes que tome medidas totalmente extremas.

— ¿Medias extremas? —levanto una ceja —dígame qué es lo que quiere.

—Si alguien te pregunta que sucedió en esa habitación, no dirás nada, lo negaras todo, no te expondrás ni a ti ni a mí, a nadie. Tú nunca has recibido electrochoques. ¿Me oyes?, nunca.

Siento la boca seca e intento tragar saliva, pero el sabor amargo de sus palabras se me queda pegado.

— ¿Quiere que niegue que me ha estado torturando? —pregunto sorprendida por la desfachatez de esta mujer.

—Te corrijo, yo nunca te he torturado.

— ¿Por qué?, ¿A quién le intenta ocultar información?

—Eso no te interesa.

— ¿Y que gano yo con todo esto? 

—Que baje mis medidas hasta un punto muerto, por ahora.

— ¿De qué habla?

—Tendrás los mismos beneficios que las demás, más comida y más libertad para salir de tu dormitorio.

— ¿Y a eso le llama beneficio? —si cree que aceptare un trato como ese, está loca —si quiere mi silencio, tendrá que ofrecerme otra cosa.

—Recuerda niña que tu no estas a mi altura, tómalo o te silencio por la fuerza —me amenaza.

Frunzo las cejas, enojada.

—Estoy harta de usted, así que también voy a tomarme la libertar de advertirle —le apunto con el dedo —De un paso en falso y considérese muerta y esta vez va enserio. Ya no me importa exponerme ante las demás, ni las represarías que me llegaran. Esta también es su última oportunidad, no intente jugar conmigo ni menos amenazarme para silenciarme. ¡Yo no soy su marioneta!

Mi Telequinesis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora