Capítulo 36

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POV: Emilio.

Nos encontramos llegando a Morelos después de prometer a Rebeca que vendríamos a visitar a mi madre, aunque no estoy muy convencido de dar este enorme paso en esta etapa de mi vida que para ser sincero aún no siento que he superado a Renata. El maldito recuerdo me mantiene atado a ella y me recrimino a diario por ser un pendejo y no dignarme a olvidarla por completo a aceptar que ella ya no regresará y seamos la pareja perfecta y que continuemos con nuestro amor bonito. Aunque para que mentir Rebeca todo este tiempo ha puesto mucho empeño ha esta relación, para que funcione y parece que lo está logrando.

—¿En que piensas amor?. —me saca de mis pensamientos le doy una mirada fugaz para regresar mi vista al frente, casi llegamos a casa de mi madre a los caminos empedrados, el hermoso paisaje y que decir del aire que se siente puro y armonioso del lugar que me miró nacer.

—En cuestiones de trabajo sólo eso. —miento cómo siempre lo hago aprieto suavemente su fina y delgada mano que tiene entrelazada a la mía.

—¡¡Muero de los nervios Emi que al fin conoceré a tu madre!!. —habla con una voz chillona que irrita mis oídos, finjo una sonrisa en mi rostro de supuesta alegría, pero la realidad es que he recordado cuando transité estás calles acompañado de Renata, mi bonita hasta el día de hoy me pregunto en que seria de ella.

—Hemos llegado. —nos encontramos frente a los enormes portones de la entrada, de la guantera saco el mando y pulso el botón, las puertas ceden al instante y vamos entrando la majestuosa casa de mis progenitores que aparece en nuestro campo de visión y Rebeca no evita soltar un chillido de satisfacción.

—Emi!! ¿Esta será nuestra futura casa cuando nos casemos y tus padres te la hereden?. —frunzo el ceño por la ocurrencia que ha salido de su boca pero la dejo pasar.

—Ni regalada aceptaría esta casa Rebeca. —ella se desilusiona al instante lo puedo notar en su rostro, pero no cambia su actitud sigue igual. —No me mal interpretes pero yo ya tengo mi propiedad en Guadalajara y en verdad esta casa no me gusta me trae muy malos recuerdos.

—No importa cariño. —de inmediato vuelve a su estado de felicidad, estaciono el coche y me bajo tomando una fuerte bocanada de aire, voy hasta la puerta del copiloto y la abro, ella baja admirando la enorme Mansión de mis padres.

—Vamos mi madre nos espera. —la sostengo de la mano y juntos caminamos hasta la puerta de entrada, abro la puerta e ingresamos.

—Hijo  de mi corazón has venido. —pronuncia mi madre viniendo hasta nosotros, mi madre usa un mandil y en sus manos trae rastro de harina de seguro está horneando algo, mi madre me abraza fuertemente y luego va hasta Rebeca quien la mira con horror al mirar que mi madre pretende abrazarla.

—Mucho gusto soy Fátima de Montenegro. —mi madre extiende su mano y Rebeca duda en saludarla, mi madre desconcertada baja la mano y se dirige nuevamente a mi puedo notar su molestia por lo ocurrido y lo mal educada que se ha comportado Rebeca al dejarla con la mano estirada. —Hijo me alegra tanto que hayas venido ya te extrañaba. 

—Lo sé madre yo también te extrañé mucho. —miro a Rebeca de soslayo y ella mantiene una enorme sonrisa en sus labios.

—Discúlpeme por lo de hace unos momentos señora pero es que no me mal interprete mi vestido es de diseñador y si la harina o lo que sea que traiga en manos la toca se va a estropear, espero y me entienda. —mi madre tuerce el gesto molesta pero coloca una sonrisa falsa en sus labios y sé que lo hace por mi.

—No te preocupes María ¿Así te llamas verdad?. —sé que mi madre pretende molestarla por cómo se ha comportado con ella hace unos momentos atrás, cómo también se que no ha caído en su gracia.

Mi Imposible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora