Capítulo 35

155 26 1
                                    

—¿Renata puedo mirar mañana a mi hijo?. —pienso un momento su petición y sé que es algo que no puedo evitar, sería lo ideal que mi pequeño comience a tener convivencia con su padre, después de todo fui yo quien lo privo de su derecho a conocerlo. 

—Desde luego Emilio que puedes, sólo dime a la hora que vendrás por él para preparar sus cosas. —Emilio me mira fijamente y yo me coloco nerviosa todo esto es muy extraño para mi, ya que antes nos comíamos a besos en cualquier rincón de la casa  a cualquier hora no nos importaba nada no había pudor entre ambos.

—Quiero invitarte a la plaza a tomar un helado y así sirve que hablamos de nuestro hijo y tengo  algo muy serio que contarte Renata. —sostiene a mi pequeño en brazos y besa su coronilla con suma ternura y no puedo evitar sentir culpa por yo evitar que él supiera de la existencia de nuestro hijo, lo mira fijamente a pesar de que ya es de noche y la luz ce la luna nos alumbra y unas farolas que están a las afueras de mi hacienda. Pienso su invitación pero llego a la conclusión que yo no puedo causarle un daño a la chica con la que sale, no puedo llegar así por que si y descontrolar sus vidas, esta vez no seré yo la que estropee su relación cómo Mia lo hizo con nosotros.

—No puedo mañana estaré un poco ocupada tengo algunas citas de trabajo, puedes ir tu con nuestro pequeño. —miento por que mañana es día domingo y no tengo nada que hacer, siempre lo dedico a mi hijo, pero sería impropio ir con él a solas.

—Es muy importante lo que tengo que decirte Renata de sumo cuidado. —me pone a pensar su insistencia así que me lo replanteo por unos instantes y asiento con un movimiento de cabeza.

—Está bien mañana cuando regreses con nuestro hijo estaré desocupada y podremos hablar en el quiosco que está en mi jardín. —él sonríe satisfecho y siento que me derrito por volver a mirar que de sus labios sale una sensual sonrisa.

—Ahora si puedes mover tu coche que obstruye la entrada a mi casa, se está poniendo frío para Emilio y se puede resfriar. —una sonrisa se forma nuevamente a su rostro al escuchar que nuestro hijo se llama igual que él, aunque ahora se me hace un poco extraño tener a los dos, Emilios frente a mi.

Emilio sube a su coche con nuestro bebé en brazos y lo pone en marcha, lo imito y abro los portones con el control de mando y entro a mi finca, estaciono el coche en el garaje y bajo tomando mi bolso, Emilio estaciona su coche al lado del mío y también baja con mi hijo en brazos. Nos quedamos mirándonos el uno al otro sin decir palabra alguna, hasta que él habla.

—¿Puedo llevar a mi hijo a su habitación?. —asiento caminando dentro de la casa seguida de él, puedo sentir su mirada puesta sobre mi espalda y contoneo mas mis caderas, en la estancia no se encuentra nadie probablemente Nana Teresa y Don José ya duermen y ni que decir de Iván ya se ha de haber retirado a su casa.

Llego hasta la puerta de color blanco con nubes azules de la habitación de Emilio, abro la puerta y entro.

—Por lo visto nuestro hijo está bien consentido Renata. —se dirige hasta la cuna de color blanco y recuesta a nuestro hijo que ya está dormido. Se recarga contra el barandal de esta y lo observa deleitando cada facción de nuestro pequeño. —Carajo!! si que los hago muy bonitos ¿verdad?. —habla con arrogancia y no puedo evitar reír.

—Eso no te lo voy a negar Emilio nuestro hijo es precioso, y referente a tu pregunta es mi único hijo y merece el mundo entero. —respondo recargándome contra la pared. 

—Lo sé, ¿Qué ha sido de ti todos estos años? confieso que todo esto es muy extraño para mi Renata realmente no lo esperaba el mirarte nuevamente hoy y mucho menos me pasó por la cabeza que te encontraría con un hijo mío. —se confiesa yendo hasta la mecedora de color blanco y se sienta con los brazos extendidos sobre el posa brazos, me mira atentamente y no sé que decir realmente.

Mi Imposible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora