Capítulo 8

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Llego a casa necesito pedir permiso a mis progenitores, que aunque sea mayor de edad no puedo hacer lo que se me pegue en gana ya que aún sigo viviendo bajo su techo y como le dije a Rodrigo las típicas palabras de mi madre "Su casa sus reglas".

Parqueo el Jeep a un lado de la pick up Silverado de reciente modelo de mi padre y bajo tomando mi móvil y mi bolso y me adentro a la casa, el olor de comida inunda mis fosas nasales de seguro mi madre está cocinando algo rico.

—¡Mamá, papá ya llegué! —Grito y mi madre me responde desde la cocina

—Por acá hija. —dejo mi bolso sobre el primer escalón, mi teléfono lo sostengo en mi mano y, me dirijo hasta donde está mi madre. —Bienvenida hija ¿Cómo ha ido en el colegio? —se coloca un guante aislante de calor y saca una charola de el horno para dejarla sobre la encimera.

—Todo bien mamá estamos en exámenes pero, ya sabes. —digo restándole importancia al asunto . —¿Te puedo ayudar en algo mamá? —

—No cariño es mas ve y háblale a tu padre yo me encargo de tu hermana, tu padre se encuentra en las caballerizas fue a revisar a Luna ya que anoche estuvo un poco inquieta. —

—¿Le paso algo a mi luna madre, como no me di cuenta?. —respondo y salgo corriendo de casa sin esperar respuesta de mi madre, tomo el camino empedrado y a los minutos estoy llegando a las caballerizas. De lejos alcanzo a mirar a mi padre que sostiene las riendas de mi Luna, su cabellera negra azabache hace contraste con el pasto del terreno, mi padre le acaricia el lomo y habla con ella al fin llego hasta él.

—Papi ¿Qué le pasa a mi Luna? —abrazo a mi yegua y doy pequeños besos en su mejilla esta relincha y la noto contenta de mirarme.

—Esta bien hija ya la he revisado es solo que necesita un paseo o tal vez, no la has venido a mirar lo suficiente y es solo berrinche para llamar tu atención o en realidad te extraña —Expresa mi padre me acerco a él y le doy un beso en la mejilla.

—Gracias mi veterinario favorito, ¿Cuánto me costará la consulta Don Damián Rivera? —mi padre sonríe y me despeina el cabello como cuando era una niña. —mi padre es el típico vaquero pero en versión atractiva, ejercita su cuerpo todas la mañanas antes de trabajar, viste de vaqueros, camisola y tejana.

—El precio es muy alto no creo que puedas pagarlo, eres muy pobre. —dice divertido y continúa hablando ya que lo miro con el ceño fruncido ruedo los ojos y suspiro. —El precio es que lleves a pasear a esta hermosura y que estés aquí para antes de la cena.

—Trato hecho gracias papá por cuidar de mi Luna, mamá te mandó a llamar. —le doy un beso en la mejillas de agradecimiento y entro a la caballeriza tomo la montura para ponerla a mi yegua con la ayuda de mi padre. Una vez lista me monto en ella comienzo el recorrido charlando con mi yegua, recorremos la pradera llena de zacate y pasamos un arroyo. Llego a la colina y me bajo un momento para que Luna tome un descanso. Me siento en una enorme roca y, miro hacia el horizonte el paisaje, es bellísimo las vistas que la naturaleza nos obsequia no tiene comparativa me encanta respirar el aroma a campo lleno mis pulmones una y otra vez.

Continúo mirando el perfecto paisaje de árboles, montañas, y al final el sol. No le queda mucho tiempo para ocultarse si acaso unas tres horas. Mi mente viaja hasta esa playa rememorando el beso que ese chico de ojos negros me dio, no lo puedo sacar de mis pensamientos y esto es absurdo ya que él tiene novia, por más que me duela pensarlo así es la situación además de que él solo ha de estar jugando.

Recuerdo la invitación que me ha hecho y, hace que mi estómago de un vuelco de emoción como si miles de mariposas me recorrieran todo el cuerpo, Emilio es una terrible tentación para mi, a la cuál no debo de ceder ya que estoy propensa a salir lastimada.

Mi Imposible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora