♣ Capítulo 21♣

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Aquella noche pasaría a convertirse en la más larga registrada por toda la residencia Asahina.

Azusa no pudo pegar ojo. Habías logrado quedarte dormida, a esas alturas ya eras las 4 AM.

El hombre intentó apartarse y volver a su habitación, pero te aferrabas a él con tus brazos y pierna.
Azusa no tuvo más remedio que intentar pensar en otra cosa y cerrar sus ojos fuertemente.
No habían pasado ni 10 minutos que comenzaste a removerte y quejarte entre sueños. Soltaste a Azusa y quedaste boca arriba mientras balbuceabas algo inentendible.

Un sollozo volvió a escapar de tus labios y solo ahí Azusa tomó el valor de atraerte a él y acariciar tu espalda para tranquilizarte.

— Tranquila— susurró en la oscuridad— es solo un sueño— Azusa sintió como lo abrazarte y oyó otra vez que sollozabas— es solo un mal sueño. Un sueño que espero que, por la mañana, no puedas recordar.

Sentiste el murmullo entre sueños y medio dormida, oíste cada palabra. Aquella pesadilla había sido apaciguada por una dulce y melodiosa voz. Intentaste buscar la procedencia de la misma, pero duró solo unos instantes, lo que siguió después fue la calma y la calidez.

 Intentaste buscar la procedencia de la misma, pero duró solo unos instantes, lo que siguió después fue la calma y la calidez

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La alarma volvió a sonar como todos los días y tuviste que pasar encima de algo para alcanzar el celular y apagar la alarma.

— Rayos...— murmuraste entre dientes al ver que Azusa había dormido a tu lado y con sus lentes puestos. Recordaste aquel sueño y no pudiste evitar sonreír—¿habrá sido su voz?— te preguntaste mientras le quitaste las gafas con cuidado de no despertarlo y  te levantabas con todo el cuidado de no hacer demasiado ruido para dejarlo seguir durmiendo.

Llegaste a la cocina y Ukyo ya estaba preparando el desayuno cuando te vio llegar vistiendo aún tus ropas de ayer.

— Buenos días, creí que...— hizo una pausa al ver tus ojos hinchados y rojos de haber llorado toda la noche— creí que te tomarías el día hoy.

Intentaste sonreír pero solo te salió una mueca. El hombre se quitó el delantal y dejó ver su pulcro traje. Cuando estuvo frente a ti te tomó de la mano y te guió hasta el sofá.

— ¿Ukyo?

— Recuéstate y cierra los ojos— te dijo sonriendo y te dejó en el sofá. Te acostaste mientras soltabas un suspiro y cerraste los ojos.

Al rato, una sensación refrescante se posó en tus ojos. Unas gotas de agua bajaron por tus pómulos hasta caer en tu cabello y supiste que aquello era para bajar la hinchazón de tus ojos y no pudiste evitar sentir algo de vergüenza.

— Gracias— le susurraste y no pudiste verlo, pero Ukyo te sonreía con ternura.

— Aún es temprano, así que tranquila— su mano se posó momentáneamente sobre tu cabello y lo acarició suavemente. Escuchaste sus ligeros pasos volver a la cocina, dónde terminaría de preparar el desayuno.

¡No Caigas Por Esos Hermanos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora