♣ Ukyo♣

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Después de que el malentendido se arreglara solo podías pensar en pasar las fiestas todos juntos. Era claro que en nochebuena Ukyo tenía una cena importante, pero te alegraba el simple hecho de saber que pasarían el día de Navidad todos juntos.

Te diste ánimos y comenzaste con tu tarea de envolver los regalos que habías comprado para cada miembro de la familia. Aun quedaban varios días, era mejor adelantar el trabajo para que no quedara todo para último momento.

Cuando te detuviste a ver la hora notaste lo tarde que era. La cena había pasado y ya la residencia permanecía en silencio. Estabas segura de que todos estaban durmiendo, por lo que bajaste a la cocina por un poco de agua, pero te sorprendió verlo allí en la sala. Las luces estaban apagadas y él solo estaba siendo iluminado por el brillo de la computadora. Parecía cansado, de hecho aquella mirada en su rostro jamas la habías visto. Te quedaste allí admirando desde tu sitio, cuando sus dedos dejaron el teclado se acomodó para quitarse los lentes y descansar sus ojos notaste que él también te miró. 

— B-buenas noches — dijiste siguiendo tu camino a la nevera por un poco de agua.

— Vaya, creí que era temprano todavía— lo escuchaste murmurar mientras volvía a teclear un par de cosas más y luego cerrar la computadora portátil.

— Ya casi termina diciembre —murmuraste dejando el vaso en el fregadero y yendo en dirección al hombre que permanecía sentado allí — deberías tomarlo con calma.

Ukyo te miró perplejo pero ante tu seriedad solo pudo reír.

— Es cierto — dijo después de acabar de reír. Bajo la mirada y volvió a sacarse los anteojos y dejarlos sobre la mesa— Tomar las cosas con calma — repitió cerrando sus cansados ojos.

Notaste las ojeras que tenía y te acercaste más a él. Ukyo abrió sus ojos abruptamente al sentir tus manos sobre sus mejillas y tus pulgares cerca de sus ojeras.

— Debe ser por los lentes— murmuraste— pero es la primera vez que los veo de cerca— Ukyo tragó saliva. Estaban demasiado cerca como para que él fuera capaz de verla sin problemas. El hombre sostuvo tus manos con las suyas y en ese momento volviste a la realidad— A-ah. B-bueno, d-deberías ir a descansar.

Te apartaste algo avergonzada y Ukyo volvió a ponerse sus lentes.

— Cuando el asunto de tu casa esté resuelto — comenzó el hombre con dedicación mientras se ponía de pie— Cuando hayamos ganado el caso... Necesito decirte algo.

Tu corazón dio un brinco y nuevamente te sentiste avergonzada.

— Y-yo también, tengo algo que decirle a Ukyo — sonreiste y él hombre te imitó.

— ¿Debería preocuparme?— tomó su computadora y te miró a lo que negaste.

— Para nada, solo quería cerciorarme de no ser la única que espere ansiosa a ganar el caso.

Ambos rieron.

— Ukyo-nii, Nee-san...— la adormilada voz de Wataru interrumpió su momento.

— Wataru, es tarde, deberías estar durmiendo — se apresuró a decir Ukyo.

— ¿Necesitas algo? — te acercaste a él — ¿Por qué te levantaste?

— Nee-san...— comenzó a llorar. Un llanto débil, como si fuera de mentira.

Lo tomaste en brazos y se aferró a ti quedándose quieto y se volvió a dormir.

— ¿Se durmió?— preguntaste. Ukyo se acercó a mirarlo y suspiró.

— A veces camina dormido— reveló haciendo una mueca.

— Lo llevaré a su habitación así podrá dormir— le sonreiste.

¡No Caigas Por Esos Hermanos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora