♣Capítulo 2♣

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Te llevaron a comer y pediste casi todo el menú.

— Logré contactar a tu padre, al parecer no tuvo forma de avisarte de que tu casa está invadida— suspiró el hombre con preocupación al ver tu rostro de sorpresa.

—¿Invadida?— intentaste mantener la calma.

— Al parecer hace algunos meses inició la demolición de la casa de junto y por un error terminaron destruyendo parte del costado de la casa...

— ¿Destruyeron mi casa? Esto es horrible... Tenía pensado quedarme ahí hasta tener todo listo para ir a irrumpir en casa de Ema—susurraste mordiendo tus uñas pensativa.

— Ah... No quería llegar a estás estancias, pero... Puedes quedarte en mi casa.

Guardaste silencio durante largo rato.

— Solo hasta que agotemos la última opción —hablaste luego de meditarlo un poco.

El hombre con ánimos asintió y procedió a buscar un hotel.

Pasó algo más de una hora, en la que ambos estuvieron llamando a hoteles recibiendo la misma respuesta negativa.
Estabas perdiendo totalmente la esperanza de que algo más pudiera salirte bien aquel día...

Luego de almorzar volvieron a firmar el contrato y como querías descansar decidiste aceptar la oferta de tu representante y terminaron por dirigirse a su casa.

Un rato después llegaron a un edificio. Estacionaron y bajaron las maletas.

— Debes de estar cansada— con ambas maletas llegó hasta la escalera de los departamentos y subieron—. Podrás darte una ducha y dormir apropiadamente.

Tocó al timbre  y una mujer mayor abrió la puerta. Al ver a su preciado hijo sus ojos se iluminaron y se apresuró a abrazarlo.

—Es bueno que estés en casa hijo—lo tomó por las mejillas y beso su frente.

— Es bueno estar de vuelta, madre— imitando a su madre le devolvió el beso y ahora sí, la mujer se percató de tu presencia.

—Que hermosa mujer—se maravilló la anciana.

—Es un placer conocerla.—la anciana abrió de par en par sus ojos te miró de arriba abajo. Luego miro a su hijo.

— La persona de los comerciales está en mi casa...— susurró con emoción.

— Siento no haber avisado antes. Pero se quedará poco tiempo.

La anciana fue muy amable, te atendió de maravilla.

— ¿Todavía tiene fiebre?—la preocupación se le oía demasiado, te asomaste a la puerta de la cocina para intentar ver si podías conseguir un vaso de agua.

— No tienes que preocuparte tanto hijo. Tu pequeña hija es fuerte.

Volviste en tus pasos pues no era buena idea intervenir pero justo delante de ti, una pequeña niña con la cara completamente roja te tomó de la pierna.
Parecía apenas poder mantenerse en pie. Así que te apresuras a tomarla en brazos. Estaba volando de fiebre.

—¡Makoto! ¡Rápido!—desesperada pediste rápidamente asistencia.

El hombre llegó hasta el pasillo apresurado, y al ver la situación corrió hasta su hija.

— No pensé que fuera tan grave— susurró tocando su frente que hervía.

— ¡Hay que llevarla a un hospital!— la anciana parecía petrificada y Makoto parecía estar también en shock—. Iré por las llaves del auto, tu carga a la niña y usted traiga una manta— el hombre tomó a su hija en brazos pero ninguno parecía reaccionar— ¡Ahora!— ese grito los devolvió a la tierra y rápidamente ya habían cumplido con lo especificado.

¡No Caigas Por Esos Hermanos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora