♣ Capítulo 35♣

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—Ustedes dos... ¿Qué les ocurrió?—preguntó Azusa viéndolos a ambos chillando cubriendo sus golpeadas frentes.

Tsubaki se hizo una bolita y rodó lejos de su gemelo, por lo que Azusa se acercó a ti y quitando tus manos de tu frente, lo miraste con ojos cristalizados en lágrimas de dolor y aunque no era un golpe visible se empezaba a notar algo rojo.

— ¿Qué no aprendiste a nunca caer de cabeza? Tonta mujer...— se quejaba Tsubaki haciendo un berrinche.

—Tal vez si no me hubieras jalado con tanta fuerza no estaríamos en esta situación en primer lugar— estabas por volver a tocar tu frente pero Azusa no te lo permitió tomando tu mano y negando.

— Está comenzando a notarse el golpe— dijo y se levantó de la cama y tomó tu mano tirando de ella para que lo siguieras.

— ¡Yo también estoy golpeado!— chilló Tsubaki y se levantó también.

— Tu fuiste el causante en primer lugar — lo reprendió y el peliblanco se quedó quieto haciendo puchero.

Azusa te guió hasta el baño y obtuvo en su poder el botiquín.
— Es solo un golpe, ¿por qué el botiquín?— preguntaste sintiendo el ardor en tu frente.

—Tengo una crema que evitará que se inflame más de la cuenta. Tu rostro es importante— lo viste revolver dentro del botiquín y tan concentrado estaba en buscar esa crema que no pudiste evitar sonreír.

— Gracias por preocuparte — susurraste y lo viste crisparse en su sitio. Aunque fue solo un momento pudiste notar un leve sonrojo en sus orejas.

Después de un rato, ya con la crema en su poder. Te indicó que te sentaras para poder colocar la crema en el golpe. Obviamente la crema estaba fría y la sensación del roce delicado de los dedos de Azusa te hicieron sentir escalofríos.

— Con eso debería bastar— dijo entregándote la crema— úsala hasta que el golpe se haya ido.

— Lo haré...— sentiste nuevamente sed y volviste a intentar recordar lo que había ocurrido la noche anterior. Sin encontrar en tu mente nada de utilidad, suspiraste.

— Sabes— dijo, sacándote de tus pensamientos. Lo miraste expectante y él pareció arrepentirse de haber abierto la boca— Ah, yo, iré por agua... Tengo...sed.

Azusa salió casi huyendo de allí y cuando se dió cuenta ya estaba en la cocina.

Suspiró sintiendo su rostro algo caluroso y se sirvió agua fría y bebió. La sed por haber bebido la noche anterior no cesó con facilidad y sus pensamientos lo inquietaban cada vez más.

— Casi digo algo de lo que iba a arrepentirme después — suspiró apoyando ambas manos en el borde de la mesada.

— ¿Decir que cosa?— Azusa se incorporó rápidamente y volteó a ver a su hermano.

— B-buenos días, Hikaru — intentó sonreír para no parecer incómodo al haber sido atrapado. Hikaru le sonrió y se acercó a su hermano y lo abrazó por los hombros.

— Puede que ya lo sepas, pero, si no lo escupes pronto, se quedará atorado aquí — dió una palmada en el pecho de su hermano y Azusa acomodó sus gafas y aclaró su garganta.

— No tienes que decirlo así...— se soltó del agarre de su hermano mayor y desvió la mirada ahora algo preocupado — solo, no creo ser lo suficientemente bueno...

— Patrañas — dijo Hikaru haciendo un ademán con la mano restando importancia a lo que escuchó — eres mi hermano y por lo tanto, eres maravilloso.

Azusa sonrió y suspiró profundamente. Apreciaba el hecho de que Hikaru estuviera intentando subirle el ánimo, pero si ese era su único argumento entonces por extensión, todos sus hermanos son maravillosos y lo que Azusa pensaba era en que había dos personas en particular que sobrepasaban lo maravilloso y eso lo hacía sentirse inquieto e inseguro de sus propias fortalezas.

¡No Caigas Por Esos Hermanos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora