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—¡Deja de correr con ese cuchillo por toda la casa, Jungkook!

—Es que no encuentro a Jimin!

—¿Y para qué necesitas correr con eso para encontrar a Jimin?

—Para matarlo, duh.

Seokjin abrió la boca asombrado, aún que no tanto, y bufó para seguir acomodando el cuello blanco de su saco.

Suspiró, y se movió frente al espejo de pie con una mueca, viéndose completamente.

—Estás precioso, hyung. No te preocupes.

—Él puede irse. ¿Y si huye? Dios, ¿y si llega a decir...?

—No hará nada de eso. Si algo sé es que los dos se aman. Siempre lo hicieron y siempre lo harán.– apretó sus hombros, reposando su mentón en uno de estos, y luego se apartó para besar esa zona.– Todo estará bien hyung, sé que serán felices para siempre como lo merecen.

Seokjin sonrió y asintió suspirando de nuevo, se dió vuelta para abrazar a Jimin, el chico que lo había apoyado tanto desde el principio de los principios. Él había estado desde el día uno con él, lo había ayudado a integrarse en todos lados dónde fueran después de mudarse a Seúl, y era su mejor amigo de toda la vida, su otra mitad.

—Te amo Park Jimin, gracias por estar a mi lado tanto tiempo, nadie lo ha hecho como tú.– besó su frente cortamente, y escuchó cómo él rió y casi sollozó. Era un poco sensible.– Eres y siempre serás mi mejor amigo, ¿sabes?

—Lo sé. T-también te amo hyung. Fué un placer estar tantos años juntos, no los podría haber pasado con nadie más.

Ambos se abrazaron mucho más fuerte, sin llegar a lastimarse pero no importandoles mucho si les pasaba un poco.

—Debes mandarme fotos del viaje y venir a visitarnos cuando se muden.– sorbió su nariz cuando se separaron, y el mayor asintió sonriente, secando poco las lágrimas de su rostro maquillado.– Oh, déjame ayudarte.

Jimin se acercó extendiendo sus manos a su cara para secarla despacio con sus pulgares.

—¡Quita las manos de mi novio!

Los dos pegaron un saltito mirando la tercera voz que se adentró a la habitación, y Jimin enseguida se puso delante de su hyung para cubrirlo alterado.

—¡Aún no pueden verse, vete!

—¿Eso aplica a todo tipo de parejas?– Jin rió.

—No. Déjame verlo completo, Park, quiero besarlo antes de-

—No no, ve a que Yoongi te arregle esa corbata mal puesta. Fush.

—Pero yo quiero que Jinnie me la acomode.– puchereó, Jimin rodó los ojos y Seokjin rió más fuerte por la discusión de ambos.

—Solo ve, amor, luego nos veremos y lloraremos.

—Bien. Sólo porque lo pides así y me llamaste amor.– los señaló a ambos con los dedos en sus ojos y luego apuntandolos, en señal de que los estaba viendo.– Te amo.

—Te amo más.– sonrió detrás del hombro de Jimin viéndose solamente la mitad de su rostro, y Namjoon suspiró mandándose ambos besos voladores desde sus manos.

—Pasaron ocho años y aún sigo siendo Park soltero Jimin, un hombre sin quiebres amorosos pero que es el rey de la fiesta. A estas alturas prefiero morir así.– se encogió de hombros suspirando, y los mayores rieron negando.

—Tengo miedo, Jiminie.

—Todo saldrá bien, hyung. Pasará rápido y será precioso, es más, nisiquiera te darás cuenta de que se casaron y ya estarás en la fiesta posterior con todos borrachos excepto Taehyung, tú bailándole a Namjoon, Jungkook en la mesa haciendo stripdance... créeme.

¡namjoon, yo no lavo tus cosas! © namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora