PRÓLOGO

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La presentación de baile sobre hielo de Sofía y Hugo había salido de maravilla ante el público y sus padres. Una hazaña más que admirar de la joven pareja de talentosos niños. Todos lograban sentir esa admiración enorme por la gran pareja de baile que formaban, así que, con una motivación más, decidieron seguir perfeccionando todo lo que habían aprendido.

Cada tarde después de la Escuela Real se reunían en el Palacio de alburqueque para ensayar sus pasos.

—¡Sofía, observa esta voltereta! —dice hugo haciendo giros por el aire—. Deberías intentarla.

—No creo que logre hacerla, Hugo. Se ve demasiado complicada para mí. Recuerda que aun tengo problemas con los giros.

Hugo negó divertido.

—Aún no lo intentas, ¿y ya quieres rendirte? No lo voy a permitir —aseguró tendiendo la mano en direccion de ella—. Ven, toma mi mano.

La segurida en sus palabras y ese brillo peligroso en los ojos del joven príncipe convence a Sofía, quien decide intentar. Al final, Hugo era quien le había enseñado todo sobre el baile sobre hielo y confiaba lo suficiente como para dejarse llevar por él.

—¡Lo estoy logrando Hugo! —dice una Sofía emocionada mientras se impulsa por los aires.

—Te lo dije —murmura Hugo con una sonrisa orgullosa. Esa que nunca ha dejado de utilizar cuando logra todo lo que se propone—. Ahora descansemos un poco. Estoy agotado.

Ambos ingresaron al jardín principal del castillo y se dispusieron a sentarse en el pasto. Sentir la yerba fresca debajo de ellos era reconfortante.

—Me divierto mucho contigo, Hugo. Ha sido una tarde muy linda, como siempre —asegura ella.

—Debemos disfrutar mucho de nuestra amistad, Sofía. Recuerda que este es el último año en la Escuela Real y no nos veremos durante mucho tiempo —existía un poco de nostalgia en la voz del príncipe.

Era cierto, darían paso a la Academia Real, el lugar donde se prepararían para convertirse en futuros reyes, reinas, duques o duquesas. Lástima que no fuera igual que los años en la escuela real. La Academia Real de príncipes quedaba lo suficientemente alejada de la Academia de princesas. Una distancia que haría imposible que en algún momento ambos se cruzaran en un largo tiempo.

La situación era deprimente, pero no podían revertirla. Su deber era ese. Sacrificar sus deseos personales por su pueblo. Por el lugar al que servirían muchos años después.

Así, pasaron los días hasta que llegó la hora de la despedida que ninguno deseaba.

Alguien por ahí creyó que sería una buena idea organizar una reunión especial, en la cual participarían todos los príncipes y princesas que estaban próximos a marcharse. Por supuesto que se llevó a cabo.

El dia de la reunion habían muchas lágrimas por parte de todos. Eran amistades que se verían afectadas después de haber compartido tanto. Jóvenes lazos que se rompería en cuanto la distancia las atacara.

—Sofía, acómpañame por favor —la voz de Hugo denotaba pesar.

Llevó a sofía a un lugar apartado de la fiesta. Uno en el que podrian charlar amenamente. Sofía, lo miraba intrigada. Ella desconocida el porqué del misterio, sin embargo, él tenía muy en claro lo que haría.

—Me duele mucho tener que separarnos así —dijo Hugo cuando ya estubieron solos—. Es triste, ¿sabes? Tu me has ayudado tanto a ser mejor persona. Sofía, me comprendiste y escuchaste sin importar lo mal que me había portado contigo. Es algo que nunca voy a olvidar.

—Oh, hugo... eso ya no importa. Ahora somos amigos y eso me alegra mucho realmente. Lo malo ya ha quedado en el pasado.

Él, sonrío.
       
—Debo confesarte algo, Sofía.

—¿De qué se trata?

Hugo, respiró profundo, muy nervioso. Pocad veces se sentia asi.

—Yo...yo te amo —dijo de golpe. A Sofía le sorprendió,  por supuesto. Era algo que no esperaba, pero que la emocionaba lo suficiente—. Ni siquiera se si esa frase es suficiente para describir lo que siento por ti. Eres tan maravillosa y buena que es inevitable no sentir algo por ti. Eres la perfección.

El sonrojo en sus mejillas fue escandaloso.

—Es tan bello todo lo que me dices... y yo creo... que también siento lo mismo por ti. Han sido tantos momento juntos que me han hecho darme cuenta de lo maravilloso que eres. Eres especial para mí.

La confesión de ella le daba el suficiente valor para dar el siguiente paso. Hugo, se acercó a Sofía y le robó en un pequeño beso, tan dulce y tierno. Propio de su edad. Ambos se sonrojaron y se observaron fijamente hasta que Hugo habló.

—Sofía, te prometo que cuando nos volvamos a encontrar viviremos nuestro amor como si no hubiera mañana. Seremos felices para siempre, y es una promesa y un príncipe jamás rompe una promesa.

—Estaré ansiosa esperando volver a verte, entonces.

—Esperaré ansioso a volver a verte después de que todo haya terminado. Te lo juro —la sonrisa de Sofía se hizo mucho más grande—. Ahora debemos volver. Seguro todos se preguntan en donde estamos.

Ambos salieron de su escondite, juntos y de la mano.

Era un amor infantil, de niñez, pero con mucho sentimiento. Solo bastaba con mirar sus sonrisas y podias notarlo.

Cuando ingresaron de nuevo al lugar, la mayoría se estaba retirando. Era hora de preparar todo para el comienzo de su aventura. Al día siguiente tenían que partir muy temprano y era necesario descansar.

Ámber y James buscaban a Sofía con preocupación. Eso, hasta que chocaron con ella.

—Sofía, ¿dónde estabas? El cochero nos está esperando. Ya es hora de irnos —dijo Ámber un tanto molesta. La joven princesa seguía siendo igual de implacable.

—Si Sofía, debemos apresurarnos —habló James—. Ven, sube ya.

—Lo siento chicos, no debí alejarme, pero está bien, vámonos ahora.

Antes de subir, Sofía regreso la vista hacia atrás. Ahí, se encontraba Hugo observándola a lo lejos.

—¡Adiós Hugo, que tengas un lindo viaje! —en sus palabras se notaba la tristeza.

—¡Adiós Sofía, nos veremos pronto, te lo aseguro! —grito a los lejos.

Ella sonrió, triste por supuesto. Las despedidas eran tan crueles a veces. Pero no había opción. Ese era su destino. Ambos, tendrían que afrontarlo de la mejor manera posible hasta su reencuentro.

Así, con esa misma tristeza en los ojos, Sofía subió detrás de sus hermanos y el carruaje alzó el vuelo directo a casa.

A lo lejos ella seguía observando la figura del joven príncipe que se desvanecía poco a poco.




EL REENCUENTRO (Sofía y Hugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora