Capítulo 24

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Sofía.

Tenía que ser una broma. No ahora, por favor.

El pánico se apoderó de mi cuando el golpeteo en la puerta se  hizo más fuerte. 

—Hugo, ¿estás ahí? —él me hizo una señal para que no hablara y obedecí.

—Estoy aquí, mi amor —murmuró y rodé los ojos antes su "muestra de cariño"—. No te preocupes, solo quiero despejarme un rato. Me sentí nervioso con la cantidad de personas —me sorprendí por la facilidad con la que mintió.

El silencio se hizo presente unos instantes, tanto que creí que ya no estaba.

—¿Clio? ¿Sigues ahí? —preguntó Hugo.

—Sí. Sigo aquí.

Respiré hondo una vez más.

Volveré a la celebración y... si necesitas algo, llámame —su voz era distinta, como si quisiera llorar en el momento. ¡Maldición! Me estaba metiendo en muchos problemas, y solo esperaba que no sospechara, sino mi reputación pendería de un hilo. No quería imaginar el gran escándalo que se formaría por la hija promiscua del rey de Encantia.

Sería una vergüenza para mi familia.

—Te llamaré si necesito algo —dijo él—. No lo dudes.

Sentimos el ruido de los altos tacones de Clio alejarse y perderse por fin. Suspiramos tranquilos en cuanto el silencio volvió a hacerse presente, solo que en esta ocasión tuvimos la certeza de que ya no estaba ahí.

Hugo me miró de forma maliciosa mientras comenzaba de nuevo con los besos por mi rostro.

—¿En qué estábamos? —preguntó con voz ronca en mi oído.

—En que yo me iba discretamente de aquí —dije alejándolo delicadamente de mí. Intenté bajarme rápidamente del escritorio pero me sostuvo fuerte de la cintura y me volvió a subir en el mueble.

—¿A dónde crees que vas? —dijo burlón.

—A casa. Es obvio —Intenté bajar de nuevo pero fue en vano. Otra vez.

—No quiero que te vayas —fue una súplica—. No ahora. No cuando puedo aferrarme a la única línea de esperanza de tenerte a mi lado solo una vez más.

Tenía que estar loca. Probablemente lo estaba porque no volví alejarme en cuanto su boca se apoderó de la mía y el placer me nubló nuevamente. Sus manos otra vez se filtraban por la falta de vestido y el frío se colaba en mis huesos, aunque estaba lejos de importarme.

—Sofía —susurró—, solo dime que no estás segura de esto y me detendré. Nada importa nada más que tú.

Ya estaba demasiado lejos para retroceder.

—Confío en ti —susurré y bastó para que dejara mi vida y mi cuerpo a sus pies.

El calor, el miedo y el deseo se mezclaron en mi interior mientras me aferraba a la mínima línea de confianza que Hugo me brindaba. Esperaba memorar el recuerdo por siempre, entre mis secretos mas profundos. El calor se extendió a través de mi cuerpo, arrastrándome con él en una caída libre que no estaba dispuesta a detener.

Seguimos así por no sé que tiempo hasta que por fin sentimos liberarnos completamente. Un éxtasis exquisito nos envolvió por segundos que parecían la gloria y que hubiera deseado no acabaran nunca. Tardamos unos minutos en recuperarnos y cuando lo hicimos nos vestimos en silencio, con algunos besos robados de por medio.

—Esto ha sido lo más increíble que ha podido pasarme en la vida —tomó de mi mano cuando yo intentaba salir del despacho—. Y no lo digo por el placer, Sofía. Lo digo porque es maravilloso entregarse en cuerpo y alma a la única mujer que he amado y que estoy seguro, amaré por el resto de mi vida.

—Yo también creo que ha sido maravilloso —alcancé  decir—. Definitivamente la mejor noche de mi vida.

Sonrió feliz mientras algunas lágrimas caen por mi mejilla cuando el sentimiento gratificante de estar a su lado me invade. El mismo que me impulsa a seguir luchando en este plano terrenal. Un sentimiento que solo he sentido por una persona. Amor y simplemente eso. Amor.

—Ahora es donde nos tenemos que despedir —dijo—, pero no para siempre —asentí con un movimiento de cabeza levemente.

—¿Qué pasará ahora?

—Debo pensarlo —me acarició la mejilla con suavidad, limpiando mis lágrimas—. Te amo, Sofía; y sé que esta no es la despedida. No cuando tenemos tanto por vivir. Voy a recuperar completamente tu corazón.

No hace falta decir más, así que me despido con un tierno beso en la mejilla y salgo —disimuladamente— de la escena del crimen. Solo entonces caigo en cuenta de lo sucedido. Acabo de hacerme amante del esposo de una de mis amigas, el nuevo rey de un reino vecino y con buena relación con mi familia. ¿En que lío me he metido?

—¡Sofía! —un grito me hace sobresaltar cuando estoy llegando al salón de baile—. ¿Dónde estabas, Sofía? —cuestionó mi hermana—. Te hemos estado buscando por todo el salón. Mi padre quiere irse, no soporta la idea de que el hombre que lastimó a su hija menor este siendo coronado y agasajado por todos. Sus modales se están acabando.

—Yo... estaba... estaba recorriendo el castillo —dije fingiendo calma.

—Ya... —entrecerró los ojos—. ¿Y por eso hueles al perfume de un hombre?

Palidecí.

—¿Qué hiciste, Sofía?

—¡Nada! Te juro que no hice nada. Debe ser porque aquí hay muchos hombres, Ámber. No digas cosas así que me pones nerviosa.

Ella suelta una risa ante mi respuesta y me hace señas para avanzar a despedirnos y salir de la fiesta.

—Vamos, hermana, es hora de irnos.

*****

Casi una hora después estoy en mi recámara, tirada sobre la cama y con mi camisón de dormir ya puesto. Los recuerdos dentro de ese despacho se repiten una y otra vez, en bucle. Sé que lo que pasó en ese despacho estuvo mal, y aunque debería arrepentirme por cada mala acción cometida, lo único que puedo hacer es cerrar los ojos y suspirar.

—Noto demasiada felicidad, princesa.

Doy un brinco, alarmada. Clover está a un lado, observándome atento.

—Me asustaste —acusé.

—¿Significa que si has hecho algo demasiado malo?

—Oh, Clover, acabo de cometer el peor error de mi vida, ¿y sabes qué es lo peor?

—¿Qué, princesa?

—Que no estoy para nada arrepentida.

Por primera vez en mis cortos 18 años estoy decidiendo algo que me hace feliz y no estoy interponiendo lo que a otros piensan antes mí. Es la primera vez que soy egoísta y no pensaba retroceder, no al menos un largo tiempo. Esta vez elegía ser feliz a pesar de lo peligroso que puede ser esto si llega a ser descubierto.




EL REENCUENTRO (Sofía y Hugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora