EL REENCUENTRO (Sofía y Hugo)

Capítulo 45

Sofía.

Necesito saber a donde vamos.

Hugo solo llegó y tomó mi mano arrastrándome consigo y diciendo que me encantaría el lugar a donde iríamos. Creo que se olvida que casi lo ahorco en la mañana con nuestra pelea.

Bajo la atenta mirada de mis padres he logrado salir del castillo, directo a una sorpresa que según Ámber puede ser un botón de reiniciar para los dos.

—Ya dime donde vamos —me quejo.

—Tú solo sube al carruaje. Nuestra tarde juntos nos espera.

Quiero quejarme, pero no lo hago. Solo me limito a sentarme tranquila y cruzada de brazos, navegando en mi mente al lugar que iremos.

Hugo parece bastante tranquilo, es más, puedo decir que tiene una gran sonrisa en el rostro, ansioso por llegar y gritarme en la cara que tuvimos un día perfecto gracias a su esfuerzo.

Me dedico a observar los paisajes, porque aunque deseo y quiero hablar con Hugo, no me siento lo suficientemente valiente para sacar algún tema a flote.

—Oye... —murmura llamando mi atención.

—¿Sí?

—Te quería pedir disculpas.

¿Disculpas? ¿A mí? Esto se pone interesante.

—¿Por qué querrías pedirme disculpas? ¿Es por la pelea de esta mañana?

—En realidad... creo que estuvo bien que por fin me dijeras todo eso. Era obvio que algún día ibas a decirme todo lo que merecía —asiento mirándolo. Podemos decir que si ha madurado—. Quería pedirte disculpas por lo que pasó con tu amigo, creo que fui un poco... grosero.

Jamás me imaginé algo como esto.

De verdad hemos cambiado con los años. Y me sorprende cada día más.

—No te preocupes —le tranquilizo. Aunque en mi interior deseo molestar con el tema y hacerlo sentir mal, no lo hago. Eso no está bien—. Rick es muy amigable, dudo que te odie ahora mismo —Hugo aprieta los labios asintiendo a mi favor.

—¿Lo quieres mucho no?

—Bastante —admito—. Él y su esposa son de las personas a las que les voy a agradecer el apoyo incondicional siempre. Nunca me dejaron sola, pese a conocer cada uno de mis errores.

—Son unos buenos amigos —murmura —. ¿Ellos vivían antes en ese lugar donde te escondías?

—Sí... los conocí por eso. Los dos han estado a mi lado todo este tiempo. Aunque... Rick llegó a gustar de mí, pero eso no significó dejar de querernos como amigos.

—¿Qué?

Lo miro con los ojos bien abiertos. Su reacción me provoca risa y susto a la vez.

Creo que la tensión de la mañana se va dispersando.

—Perdón... —dice recobrando la postura y carraspeando avergonzado—. Es que me descolocó mucho eso, digo... dijiste que tenía esposa, ¿no?

—La tiene —afirmo —. Y serán padres maravillosos dentro de unos meses, ¿No es genial?

—¿Te pone feliz que sea padre con alguien que no seas tú? —pregunta y yo asiento —. Pero dijiste que se gustaban.

—No... yo le gustaba a él —corrijo—. Pero fue capaz de entender que yo no sentía lo mismo por él, y aún con mi rechazo nunca dejó de apoyarme y siempre fue un hombro para mí.

—Vaya... es un gran tipo.

—Así es, es un gran hombre.

No sé cuánto tiempo ha pasado pero el carruaje se detiene en una especie de claro del bosque. Hugo baja primero, y cuando ya está abajo tiende su mano para ayudarme en lo mismo.