Dos meses y medio después de los hechos las cosas no habían cambiado mucho para Sofía.
Todo el mundo en Enchantia era fiel testigo de los muchos esfuerzos que la princesa realizaba para reponerse del momento, y aunque su rostro se pintaba de sonrisas alegres, sus ojos mantenían el brillo apagado a costa de su dolor.
A diferencia de ella, la princesa Clio continuaba con los preparativos de su boda. El momento de entregar las invitaciones ya había llegado y en compañía de su prometido recorrieron todos los reinos entregándolas. Por el momento la situación había resultado bastante fácil para Hugo, hasta que llegaron al punto más difícil, el reino de Encantia. Ninguno de los se atrevía a acercarse a la entrada, estaban petrificados por el miedo y un poco de vergüenza pese a que Clio era amiga de una de las integrantes de la familia.
—Vamos, hay que hacerlo, es parte del protocolo —Hugo se reunió de valor. Trataba de sonar seguro, pero la verdad es que parecía todo lo contrario.
—De acuerdo, hagámoslo.
Caminaron hacia la entrada y pidieron a los guardias que anuncien su llegada. De un momento a otro ya estaban en la sala principal del castillo esperando la presencia de los reyes. Tardaron unos minutos, quizás debatiendo si echarlos de ahí, o recibir su invitación y despacharlos cortésmente. Al final eligieron la segunda, aparecieron frente a la joven pareja y recibieron la invitación. Después de todo ellos eran reyes y sus modales y actitud debían glorificar a su reinos. A diferencia de la cortesía de ellos, Sofía observaba todo desde el inicio de las escaleras. Hugo notó su presencia pero cuando se vio descubierta desapareció al instante, y él reprimió sus ganas de seguirla.
—No salió mal —dijo Clio ya fuera del castillo.
—No. Nada mal.
Para la boda solo faltaban 2 semanas, tan solo 2 semanas para que su plan inicial este hecho.
Sofía se debatía entre sí asistir o no. No quería que al no asistir la gente empezara a especular que no superaba la traición de Hugo, pero al asistir también pensarían que tenía intenciones de detener la boda. Difícil decisión para elegir considerando que eras sus únicas opciones.
—Pensando en la boda de Hugo otra vez, ¿cierto?— la voz de su hermano la sacó de sus pensamientos.
—James, ¿cuánto tiempo llevas ahí? —exclamó sorprendida.
—Lo suficiente como para saber que algo te preocupa —dijo en un tono dulce.
—Me conoces tan bien...
—Eres mi hermanita menor, tengo que hacerlo. Es mi deber.
—Pues has dado en el clavo. Por supuesto que hay algo.
—¿Qué es lo que sucede?
—Es la boda.
—Como lo suponía.
—Aún no decido si ir o no —el tono de mortificación en ella era evidente—. Sea cuál sea mi decisión la gente hablará a mis espaldas.
—La gente no importa Sofía —tomó sus manos—. Piensa en lo que es sano para ti. Nunca pienses en el qué dirán, sino en lo que tú quieres. Y yo sé que quieres ir a la boda, al menos para convencerte de que esa es tu realidad.
—Una realidad deprimente. Seré a la que le rompieron el corazón por el resto de su vida —respiró y meditó su respuesta—. Iré, está decidido.
—Buena elección.
Ambos se dieron un abrazo y se reconfortaron el uno al otro. El apoyo era muy importante en la vida de Sofía desde que Hugo la traicionó, y se había vuelto algo común en la familia y uno de sus pilares más fuerte. Apoyarse mutuamente entre ellos. Algo bueno trajo la desgracia de Hugo en sus vidas. Era algo positivo de que pensar.
*****
Dos días antes la madre de Clio decidió que Hugo no podría verla hasta el momento de la ceremonia. Las creencias de la época, supuso él. Hugo aceptó con total normalidad, no era inconveniente no verla durante dos días y así quizás sería más fácil que llegue el momento del dichoso compromiso, pero fue en vano.
A solo un día de la boda se había encasillado en la bebida como si su vida dependiera de ello. Grave error considerando su situación. Tan pronto el efecto del alcohol hizo su trabajo en el cuerpo y la mente de Hugo, todo se descontroló.
Ensilló a su yegua lo mejor que pudo y se montó sin pensarlo. En su estado era un peligro evidente pero no había nadie que lo detuviera en ese momento. Sin darse cuenta terminó en el reino de Encantia.
Dios, su mente y corazón lo traicionaban.
En su mente esa era su oportunidad de oro para despedirse de su princesa. A la que de verdad amaba.
Cómo pudo trepó hasta el balcón de la chica y empujó los ventanales que para su suerte no tenían seguro debido a que Sofía permitía la entrada de sus amigos y de Clover. Cuando estuvo dentro se acercó sigilosamente, observando lo hermosa que se vía en el momento. Era como un ángel, y justo por esa razón no pudo controlarse y le dio un pequeño beso en la mejilla. El calor y el tacto la pusieron en alerta en un segundo.
—¿Quién anda ahí? —preguntó asustada en cuanto él se escabulló—. Llamaré a los guardias.
Silencio.
—Sal ahora o comenzaré a gritar.
Esta vez lo dijo con mayor fuerza, lo que obligó a Hugo a retenerla y cubrir su boca con una mano. Ella chilló asustada.
—No lo hagas Sofía —le susurró—. Haz silencio.
—¿Hugo? — su voz era inconfundible para ella, lo reconocería entre cientos de voces.
—Si, soy yo.
—¿Qué es lo que haces aquí? ¿No se supone que mañana es tu boda?
—Lamentablemente sí.
—¿Lamentablemente?
—Así es, Sofía.
—¿No era acaso que era la mujer de tu vida, la que tenía el corazón tan limpio y puro como un ángel? Creí que eran motivos suficientes para amarla, o al menos eso dijiste el día de tu anuncio.
—No, Sofía. Hablaba de ti. Tú eras la persona a la que describí esa noche.
—¿Qué?
—Que hablaba de ti —repitió—. Ese día estuve apunto de anunciarte a ti, de mandar todo al tacho, pero me detuve y terminé anunciando a Clio.
—¿A qué viene todo esto? ¿Qué buscas?
—A ti.
—Es tarde para eso, Hugo. Lo echaste a perder.
—No todo. No si aún nos amamos lo suficiente.
A Sofía se le llenaron los ojos de lágrimas. Por supuesto que lo amaba, incluso mucho más que a su vida y a lo que creía correcto, porque si lo consideraba de esa forma, los guardias debieron haber entrado hace mucho. La luz de luna se filtró entre ambos, y ante Hugo, los ojos de ella se llenaron de ese brillo que tanto extrañaba ver y sin mucho preámbulo se abalanzó sobre sus labios.
Un movimiento rápido, rudo, letal. Así fue como ambos lo sintieron.
Un beso que se transformó en algo más que eso cuando ella correspondió. Besos húmedos, susurros bajos y algunas lágrimas ocultas mientras ambos se dejaban llevar solo una vez más, solo una última vez. Al menos eso era lo que se repetían incesablemente mientras se devoraban el uno al otro.
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EL REENCUENTRO (Sofía y Hugo)
FanfictionHan pasado cerca de 7 años después de que ambos miembros de la realeza se vieran por última vez debido a sus deberes reales y prometieron volver a encontrarse, pero.... ¿Será como lo habían planeado?