Capítulo 28

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Hugo.

Suspiro frustrado viendo a la madre de Clio darle mimos.

La trata como un bebé desde que se enteró sobre su embarazo.

El dichoso embarazo. Ese que me sacado más de una noche de desvelo y preocupación. Y estoy seguro que cuando ella se enteró debe haberme odiado.

Y yo también me odio por eso.

Complací a Clio con sus caprichos para que no se atreviera a tocarla, y ahora no sé que más hacer. Supongo que ya está todo hecho.

El bebé no tiene la culpa, así que de él voy a cuidar como nunca.

—¿Necesitas algo más hija?

—No, madre. Todo está bien. Llamaré a Hugo si necesito algo.

Si claro, muy conveniente.

Su madre se despide dándome advertencias sobre el cuidado de su hija y yo le digo si a todo para que por fin se vaya. Cuando por fin lo hace me giro hacia Clio.

—Creo que iré a dormir —murmura ella—. ¿No vienes?

—Creo que voy a revisar algunas solicitudes de los pobladores —le digo—. Ya sabes... cosas del reino. Tú descansa.

—De acuerdo.

La veo subir las escaleras alejándose de mi y yo suspiro camino al despacho.

Me quejo en cuanto veo la cantidad de papeles por revisar, pero es mejor eso a ser muy hipócrita durmiendo con Clio.

Así que un largo trabajo me espera.

*****

La puerta es tocada y con un pase uno de los guardias ya está dentro anunciando la visita del futuro rey de Encantia, mi hermano.

Con su reinado en Encantia, Albuquerque pasará a manos de un tío cercano que cuidará del reino mientras papá declina y hasta que en algún momento tengamos hijos que puedan heredar ese reino como linaje.

Y todo era por mi culpa.

Luego de terminar de culparme por todo le indico al guardia que lo haga pasar y en cuanto llega ya lo tengo dándome abrazos.

Eso es raro.

La relación que tenemos no es muy unida.

—¿Por qué tanto cariño? —pregunto riéndome.

—Extraño pelear contigo —me dice.

—¿Y ahora me das tu amor?

—Exacto.

Me río por sus tonterías, pero es mejor así. Ambos estamos creciendo y tenemos suficientes problemas para continuar con discusiones absurdas que no nos llevan a nada.

Es un buen apoyo supongo.

—No solo viene porque extraño pelar contigo —me dice.

Yo sabía que había algo más.

—Puedes hablar —le alcanzo una copa de champagne y él lo recibe gustoso.

—Quise venir porque es mejor que te enteres por mí a que por alguien más.

—¿De que hablas?

EL REENCUENTRO (Sofía y Hugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora