Capítulo 35

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Tres meses después.

Sofía.

—Así que... hay una aprendiz nueva —digo recogiendo todas las herramientas del jardín.

—Es una amargada —se queja Rick.

Mi relación con él se vio afectada los primeros días. Tratábamos de evitarnos y estar lo más lejos del otro, a pesar de haber asegurado de nada dañaría la amistad. El hecho incómodo se había extendido hasta que comenzó a molestar a los demás.

Por suerte Goodwin se percató de todo lo que estaba pasando y tuvo la maravillosa idea de encerrarnos juntos. Los primeros minutos fueron de silencio absoluto, hasta que empezamos a reclamarnos algunas cosas y terminamos en gritos que se escuchaban por toda la casa. Al final logramos limar las asperezas y me encargué de disculparme por no tener los mismos sentimientos que él y obvio él, asumiendo que estuvo mal en besarme por sorpresa.

Y si, ahora volvemos a la normalidad.

Supongo que aun existen algunos sentimientos, pero nada que no se disipe con el tiempo.

—¿Por qué dices que es amargada? —pregunto—. Me parece linda.

Camino por el sendero en medio de las flores y Rick me sigue caminando detrás mío.

—¡Me gritó hoy en la mañana! —se queja.

—Algo debes haberle hecho.

—No le hice nada.

—Ajá.

—Bueno, ya. Si le hice algo —admite—. Sin querer, pero ojo, ¡Sin querer! Yo... la empujé dentro del lago con uno de los remos.

—¡¿Qué hiciste que?!

—¡Fue una casualidad! —se defiende. Detengo mi caminata para mirarlo—. Además, ella se atrevió a empujarme dentro del lago a propósito después de eso.

—Te lo merecías.

—¿La vas a apoyar? —cuestiona molesto.

—Solo era agua, por dios —reniego volviendo a caminar y con los brazos en alto—. No se ahogaron por suerte.

—Gracias al cielo. Igual ella me cae mal.

—¿Sabes que creo yo? —le pregunto en el umbral de la puerta.

—¿Qué?

—Qué así... inician las historias de amor más locas —le suelto y él me mira furioso—. Adiós.

Cierro rápido la puerta dejándolo fuera de la casa y oyendo sus protestas asegurando que eso no va a pasar y que estoy loca.

Claro que si. Ellos van a terminar juntos.

Tengo ojo en eso.

Me río caminando por la casa mientras dejo las cosas que traigo en las manos a un lado.

—¿Por qué esa risita? —pregunta Winifred mientras me mira.

—Creo que aquí —señalo el lugar—. Nacerá una historia de amor.

—¿De quién hablas?

—Rick —respondo encogiéndome de hombros—. Y... ay, no sé como se llama.

—¿Qué Rick no era el que estaba enamorado de ti? —pregunta confundida.

Creo que deberíamos obviar ese detalle.

—Ya no —explico—. Volvimos a ser amigos.

—Gracias a mi esposo Goodwin —se ríe.

—Siempre que nos peleemos puede encerrarnos en un lugar sin salida. Y ya —aplaudo—. Volvamos a la futura historia de amor.

EL REENCUENTRO (Sofía y Hugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora