Capítulo 10

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Cuando la cita terminó Hugo se ofreció a llevar a la princesa de regreso a su castillo. Quería alargar el tiempo a su lado.

Estaban demasiado felices como para ocultarlo. Sofía cantaba y suspiraba por el castillo sin borra la sonrisa de su rostro y sus hermanos se alegraban por eso. Significaba que todo había resultado bien en aquella cita y por fin, todo estaba tomando forma. El rey Garrick y Axel también veían con asombro la felicidad que reflejaba Hugo a la hora de la cena ya que por lo general solía tener un carácter muy áspero con ellos.

—Oye campeón, ¿Hay alguna noticia buena que quieras contarnos?

Estaba tanteando el terreno.

—Pensé que jamás lo preguntarían. No han dejado de observarme —Hugo respiro profundo—. Sofía y yo...

 —¿Sofía y tú?

—Lo estamos intentando. Creo que podré pedirle ser novios en poco tiempo.

—Vaya, hermanito —Ale le dio una palmada efusiva en la espalda a su hermano—, ¡por fin te decidiste! Aunque...

—¿Aunque?... —preguntó el rey Garrick.

—No me imagino como se pondrá la princesa Clio cuando se entere de tu romance. Hay rumores de que gusta de ti.

—Pues deberá aceptarlo —interrumpió Hugo con firmeza—. Mi amor es solo para Sofía y merezco disfrutar su amor sin que nadie dañe lo nuestro. ¿Y tú? —lo señaló—, ¿Conseguiste acaso a tu futura reina?

Axel se puso rojo ante la pregunta, pero no quería decir nada aún. La princesa con la que esperaba unir su vida era de igual carácter que él, así que era un poco complicado adelantar juicios.

—Eso querido hermano, no es de tu incumbencia.

—¡Basta ya! —les llamó la atención su padre—. Alégrense el uno del otro, no quiero más discusiones —ordenó el rey Garrick con un cierto tono de molestia hacia sus hijos.

La cena transcurrió con normalidad después de la pequeña charla entre padre e hijos. Ahora era la hora de dormir, ¿Pero? ¿Podrán dormir ambos chicos? La respuesta era más que obvia. Estaban tan ensoñados en su amor que solo se la pasaban recordando los momentos bellos de la cita y lo que significaba el inicio de su relación. La emoción los invadía, pero era necesario recuperar fuerzas para cumplir con sus obligaciones de miembros de la realeza, pero aunque cayeron en un sueño profundo, aunque eso no significaba que deberían dejar de pensar el uno en el otro.

Salió el sol, un día más empezaba de nuevo.

Baileywick tocó la puerta de Sofía y le informó que el desayuno estaba servido y que había un invitado especial esperando por ella. Cuando Sofía bajó de su habitación se topó con la sorpresa de que Hugo estaba ahí. Al parecer se había levantado muy temprano y había decidido visitar a su princesa en las primeras horas del día.

—¡Hugo! —exclamó con alegría—. ¿Qué haces aquí?

—Buenos días, princesa. Quise darte una visita y tu padre me invitó a quedarme.

Miró a sus padres que apenas llegaban al comedor junto a ellos.

—Gracias, papá.

—No ha sido nada.

—Bueno, es hora de que todos nos sentemos a desayunar —intervino la reina Miranda.

Todos se sentaron y disfrutaron de la compañía de Hugo. Cuando terminaron James le pidió a Hugo salir a conversar un momento. Era el hermano de Sofía y tenía que asegurarse de las intenciones de Hugo.

—Bien, James. ¿De qué quieres hablar?

—Es obvio Hugo, sé muy bien tu antiguo comportamiento hacia mi hermana. ¿Es en serio que ahora tus intenciones son buenas? ¿Pretendes que me lo crea?

—Le pedí disculpas a Sofía por lo ocurrido antes, pero si es necesario que lo haga con toda la familia lo acepto —habló con firmeza.

—No se trata de eso.

—¿Entonces?

—De que jures que no vas a lastimarla.

—No lo haré. Ella es mi vida.

James asintió al escucharlo. Pese a eso no bajaría la guardia.

—Solo espero que sigas manteniendo esa actitud ante todo y que nada te haga cambiar, de lo contrario, mas a tener que enfrentarte a mi y a toda mi familia. Es mi hermana menor, Hugo. Cuídala.

Hugo no temía a las amenazas de su amigo, pero pretendía cumplir al pie de la letra cada exigencia.

Mientras tanto en el interior del castillo Sofía y James chocaron de camino al jardín.

—¡Oh lo siento, Sofía! Venía distraído.

La princesa pasó la palma de su mano por el brazo golpeado.

—No ha sido nada —negó—. ¿Dónde está Hugo?

—En el jardín. Puedes ir a verlo si quieres.

—Me encantaría.

Sofía apretó el paso y pronto ya estaba en el jardín. Divisó a su príncipe sentado en el pasto y mirando a la nada. Hugo estaba tan inmerso en sus pensamientos que se sobresaltos cuando alguien tocó su hombro.

—Sofía —dijo con alivio—. Me asustaste.

—¿Sucede algo?

Hugo suspiró, se puso de pie, tomó las manos de Sofía y viéndola a los ojos le preguntó.

—¿De verdad me perdonaste?

—¿De qué hablas, Hugo?

—Es que recuerdo lo mal que me he portado y siento que no mereces a alguien así. Que hice las cosas mal antes.

—Hugo... yo sé que al inicio no fuiste el mejor, pero... has demostrado que quieres ser el mismo de antes. Y yo confío en ti. Tú te ganaste mi confianza.

Al príncipe le vibró el pecho con emoción. Solo aquella chica de ojos azules podía provocar esas emociones.

—Te prometo que voy a seguir mejorando por ti. No quiero volver a retroceder.

—Y yo sé que vas a lograrlo. Y es por eso que te amo.

—¿Me amas?

—Como a nadie en este mundo.

Hugo sonrió satisfecho y sin dudarlo, gritó fuerte que también amaba a Sofía. La pobre se alarmó al instante intentando callarlo.

—¡Basta! ¡Estás loco! —reprochó con una sonrisa—. No hagas eso.

—¿Por qué?

—Porque luces como un loco frente a todos.

—Loco por ti, princesa.

La sonrisa de ella se hizo más grande y envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo.

Sin duda, ella lo amaba de verdad.



EL REENCUENTRO (Sofía y Hugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora