Capítulo 20

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Sofía:

Me desperté totalmente adolorida. La cabeza me explotaba y, ¿cómo no hacerlo? Había abusado del brindis y algunas copas en la boda de Hugo.

La boda.

Esa maldita palabra que ya estaba harta de escuchar en todos lados.

Estaba tan inmersa en mis pensamientos que no había notado que Baileywick llevaba tiempo tocando la puerta de mi habitación. Sacudí un poco la cabeza para centrarme.

—Pasa, Baileywick —dije intentando sonar lo más normal posible.

—Princesa Sofía, buenos días —hizo una reverencia y siguió hablando con la voz tranquila de siempre—. Veo que ayer la pasó muy bien en la fiesta.

Oh, oh. ¿Por qué Baileywick decía eso? Esperaba de todo corazón no haber hecho alguna tontería, porque el tonito que usaba era ciertamente sospechosos. Últimamente no estoy pensando con claridad.

—¿A qué te refieres con que la pasé muy bien? —pregunté fingiendo tranquilidad.

——Bueno, su hermano, el príncipe James, la trajo casi a jalones —lo dijo con tanta seguridad que me asustó—. Fue un evento... anécdotico.

—Dime que es una broma, por favor. No puedo haber hecho alguna tontería.

Mi cara demostraba toda mi preocupación seguro, pero a estas alturas me importaba muy poco.

—No miento, princesa. Pero puedo asegurar que no hizo nada malo ademas de no poder parar de tomar y darle el brindis a todos. Fuera de eso, no ocasionó ninguna pelea o discusión.

Bueno creo que eso era algo bueno después de todo, ¿no? No hubo peleas ni discusión, tan solo unos tragos de más. Aún así la incesante preocupación de imaginar a mi padre viendo la escena era bastante desalentador.

—Creo que me daré una ducha —murmuré—. Necesito refrescar mi cabeza y todo de mi.

—Por supuesto, princesa. No se olvide de las compras que hará con la princesa Ámber. Me dijo que se lo recordara.

¿Compras? ¿Que compras? Según yo, no tenía nada que hacer.

—Baileywick, ¿de que compras estás hablando? —pregunté confundida.

—Las compras de vestidos, por supuesto. No se olvide que la fiesta de coronación del príncipe Hugo será en dos días. Deben elegir atuendos para usar en el evento.

Maldije en mi interior.

Esperaba que todas esas formalidades acabaran ya. No soportaba seguir frecuentando el mismo círculo social de Hugo y mucho menos, a él mismo.

—Ya lo recordé —dije apenas—, gracias Baileywick.

—A sus órdenes, majestad.

Salió de mi habitación dedicando una sonrisa comprensiva y una reverencia. Baileywick, al igual que todos, sabía que no la pasaba bien durante los últimos días pero aún así no se había atrevida a  tratarme como si fuera un bicho raro. Lo conocía muy bien, y él a mí por supuesto.

Preparé todo lo necesario para una ducha relajante y me dejé llevar por la calidez del agua. Ni siquiera había notado que ya llevaba demasiado tiempo ahí dentro. Aún así disfruté cada momento. Necesitaba esa relajación.

Para cuando una de las empleadas subió a buscarme ya estaba.

*****


Hugo:

No había podido dormir bien en toda la noche, y me hubiera gustado decir que era a causa de mi reciente matrimonio, pero no se trataba de eso.

No había dejado de pensar en Sofía y en esa actitud rara que tuvo conmigo durante la recepción. Adoptó una posición que nunca antes vi en ella y me preocupaba por mucho que quisiera negarlo. Luego de ese incidente la fiesta continuó, pero al cabo de un rato ví como James llevaba a Sofía del brazo un poco molesto. Ella parecía un poco ebria. Para cuando todo acabó se suponía que tendría mi noche de bodas con Clio pese a que la idea no era de mi total agrado.

Aunque Clio era hermosa no podía dejar de pensar en otra chica que si estaba en mi corazón y que aunque intentara olvidar parecía aferrarse a mis recuerdos. Para molestia de mi esposa tuve que fingir estar muy cansado después de un día tan movido y aunque casi no lo creía, no tuvo otra opción que aceptar y dormir a mi lado.

Al día siguiente me levanté y noté que Clio no estaba a mi lado. Supuse que seguía resentida conmigo por lo eventos anteriores, y vaya manera de empezar un matrimonio. Me vestí y arreglé sin dejar de notar la extrañeza de un nuevo lugar del que nunca fui parte. Todo era un poco raro, ya no estaba en mi castillo de toda la vida, pero era parte del cambio, así que debía acostumbrarme lo más rápido posible.

Alguien tocó la puerta de mi habitación y lo dejé pasar.

—Su majestad —saludó un sirviente—, el desayuno está servido y solo falta usted. Me enviaron a comunicarle.

Genial, mi primer desayuno familiar.

—Ah claro, enseguida bajo —trataba de sonar tranquilo pero la verdad es que estaba demasiado asustado para hacerlo.

El sirviente se retiró y me dejó solo de nuevo. Tomé aire antes de salir de la habitación y bajé con total normalidad hasta el comedor. Tenía que mostrar seguridad.

—Hola, mi amor —escuché la voz de Clio cuando me acercaba a la gran mesa.

—Buenos días, querida —dije eso y le di un beso en la mejilla, aunque era obvio que ella prefería otro tipo de beso.

—Bien, continuemos con el desayuno —dijo la madre de Clio.

Todo se desarrolló con normalidad durante el momento. Ellos conversaban y yo me mantenía en silencio mientras pensaba en Sofía. Aún no me explicaba su comportamiento pero estaba casi seguro de que era producto del alcohol y que nada de lo que había dicho era real. Aún así sentía la necesidad de verla y pedirle que me explicara cada una de la cosas que me dijo.

No sonaba a una buena idea, pero cualquier cosa que involucrara un minuto a su lado estaba bien para mí.

—¡Tengo que ir a verla y hablar con ella! —dije en voz alta.

Me paralicé en el instante en que todos voltearon a verme. El rostro de Clio mostraba mucha confusión.

—¿A quien tienes que ir a ver? —hizo la pregunta y yo me quedé helado. Tragué saliva y no supe que responder.

«Grave error Hugo.» me dije a mi mismo.

No volvería a pensar en voz alta.





EL REENCUENTRO (Sofía y Hugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora