Capítulo XIV

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13 de julio de 1561.
7:33 p.m.

F l o y d  W a s t e .














Ya sabía yo que tú eras capaz de bastantes cosas, muchacho, ¿pero de esto?… Tal vez sí te creía capaz de esto, lo admito, pero nunca creí que de verdad lo fueras a hacer —recrimina la nacida en Italia luego de que el recién llegado me obligara a explicar todo—. Y menos que esa… chiquilla de verdad te convencería de hacer todo esto… ¡cuando fue la primera persona en enterarse de la desaparición de mi hijo y ahora tanto ella como él están en algún lado que desconocen! Charles no suele salir de la corte y aunque Katerina sí, ella perdió todos sus recuerdos de Francia luego de la muerte de Francis, ¿¡en qué pensabas, sirviente!?

    Trago un poco de saliva al oír sus palabras.

Créanme que yo traté de convencerla de no hacerlo sino de pensar en otra idea, de enviar a una chica que se le pareciera pero uno de los amigos de Charles estaba allí así que él la hubiera delatado. Si no hubiera sido por ese chico Thierry que traicionó a su hijo nunca habríamos estado en esta situación. Pudimos haber hecho algo, alguna otra cosa, después de todo yo soy-

¡Inútil! ¡Le haces gran honor a tu apellido inglés! —grita interrumpiéndome—. Te dicen que te preocupes por no morir y divagas en el castillo con un asesino suelto que buscaba matarte por ser testigo de uno de sus asesinatos-

Asesino que usted encubrió porque él sabía su más grande secreto —contraataco sin importarme que ella podría matarme—. Que contrató a un duque para casarse con su hija y luego golpearla para que usted obtuviera la regencia a cambio de su propio oro que usted mandó a robar. Si no fuera por Leith, Claude nunca hubiera sabido cómo defenderse de Boinel, y menos mal que le enseñó.

    A este punto ya estaría muerto si la mirada de Catalina fuera de verdad venenosa.

Debería decapitarte por alentar toda esa fantasía arriesgada, sobre todo si mi hijo muere.

Y no se olvide de mi hermana, Su Majestad —sigue Aleksander—. Katherine sabe cómo defenderse y ya oímos la historia del escuadrón que ella misma lideró, pero te juro que si algo le pasa tú pagarás las consecuencias —me empuja, y para mi suerte no lo hizo tan fuerte.

Bueno, era esto… o que toda Francia ardiera por culpa de los Caballeros Rojos —declaro—. Deberíamos de agradecer que esos anarquistas traidores ya no existen, y que los pocos que quedan más bien tratan de huir.

—… Supongo que en eso tienes razón —comenta el español—. Pero si Katherine y el Rey no vuelven a salvo, estarás en aprietos.

Al menos eres leal pese a tu estupidez y gracias a esa Red de Fantasmas, Francia se salvó de la anarquía —sigue Catherine—. Puedes irte.

    No lo dudé ni por un segundo antes de inclinarme ante la reina madre e irme. Resulta que de camino a la corte, Aleksander vio a uno de los soldados montando a Angélica, la yegua de Katherine, la yegua con la que se fue a Orsay.

    Él supo en ese momento que su hermana no estaba por ahí porque esa fue la yegua con la que huimos de España en primer lugar junto al que solía ser el caballo del ahora duque de Loulé.

    Katherine nunca hubiera dejado que alguien más montara su yegua si ella estaba ahí presente. De hecho el soldado dijo que la encontró de camino hacia aquí, lo que significa que ella perdió a Angélica.

    Para mi suerte esa no es la única noticia. Lola envió una clase de mensaje rápido que no sé cómo llegó luego de tan poco tiempo, pero lo hizo. Mary, Bash y Narcisse sí están vivos, ella misma vio a Narcisse en persona, pero le acaban de ordenar algo muy importante.

Después del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora