Capítulo XVIII

46 3 21
                                    

16 de agosto de 1561.
9:36 a.m.

K a t h e r i n e  d e  A u s t r i a .













    Despierto en una cama un poco más grande de lo que estoy acostumbrada, y de paso entre los brazos de alguien. Me volteo cuidadosamente y lo primero que veo es el rostro de Charles cubierto en parte por su pelo, cosa que me alivia mucho, y de forma inmediata recuerdo lo que sucedió anoche luego de la charla con Catalina y el anuncio de Floyd.

    Charles accedió a anular el matrimonio de Claude y Luc para luego nombrar a Leith por fin como virrey de Francia y así podrá casarse con su hermana, pero a cambio de algo más: Finalmente dormir juntos en la misma cama.

    Pero sólo eso, claro.

    Lo comprendí luego de recordar de nuevo las cosas por las que pasamos cuando lo encontré en medio del bosque. Una vez caminamos varios metros y por fin encontramos esa cueva, no podíamos mantener el fuego por toda la noche si no queríamos que un oso o algún depredador nos devorara, así que dormimos abrazados el uno al otro para conservar nuestro calor.

    Aunque dudo que Charles lograra descansar por mucho tiempo dado que al día siguiente lo vi completamente despierto, casi como si jamás hubiera dormido.

    Y luego de llegar a la corte no podíamos hacer lo mismo sin que la gente especule cosas que no son, por lo que me escabullía entre los pasajes cada noche para pasar tiempo con él hasta que finalmente se quedara dormido para luego dejarle una nota para que la leyera cuando despertara antes de irme, y aún así Charles seguía teniendo ojeras lo que delata que él no dormía lo suficiente.

    Por eso comprendí de manera rápida y acepté, porque de todos modos yo también dormí muy bien anoche por primera vez en mucho tiempo.

    Sin pesadillas, ni insomnio, ni esa sensación extraña de no haber dormido lo suficiente a pesar de haber despertado casi a la hora del almuerzo como pasó justo ayer o el día en que Floyd me contó sobre la muerte de Lola.

    Mientras pienso en todo eso, admiro a mi novio y a su rostro plácido, el cual se está recuperando paulatinamente de sus propias ojeras considerando que por fin está durmiendo bien. Me aparto un poco para poder verlo mejor, y noto que frunce el ceño entre sueños, lo cual me hace contener una pequeña risa en lo que sigo recostada junto a él.

    Según veo en las ventanas detrás de nosotros ya ha pasado el amanecer, aunque de igual manera poseo el tiempo suficiente para volver a mis aposentos sin que nadie —sobre todo Catalina o Isa— sospeche nada dado que parecen ser las siete y según todos ya he tomado la costumbre de despertarme poco después de las ocho.

    Pero no puedo simplemente dejarlo así como la otra vez.

Charles —susurro su nombre con mi mejor acento francés cerca de su oído, volviendo a acariciar su pelo y lo único que consigo es que haga un pequeño sonido de frustración—. Charles, despierta por favor.

    Noto que por fin abre los ojos, gruñendo en el proceso y frotándose un poco la cara hasta que de repente me ve.

Buenos días —sonrío.

Buenos días, Katherine —sonríe de vuelta—. Por fin he dormido bien. ¿Cómo estás tú?

Dormí tan bien como tú, pero por desgracia tengo que irme antes de que noten que no estoy en mis aposentos.

    El ojiazul suelta un bufido al oír mis palabras.

Pero si apenas ha amanecido y estás aquí, en mis… Oh. Ya veo, es verdad. Ojalá no tuvieras que irte —me abraza para luego besar mi frente en lo que se acurruca más hacia mí.

Después del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora