Capítulo XXXIV

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8 de diciembre de 1561.
9:13 a.m.

F l o y d  W a s t e .





















A ver si entendí —empiezo con el resumen de lo que Luc me acaba de contar—. Volviste de la residencia de tu familia para reunirte en el pueblo con alguien que no interesa en esta historia, cuando de repente viste a Henri y a María, la dama de compañía de Katherine... ¿entrando en un hostal? —alzo una ceja, confundido.

    Aunque trato de no hacer notar que estoy muy alarmado al respecto. Es decir, Katherine ya había supuesto que la ambiciosa de Nicole volvería a la corte por obra de Henri, pero a decir verdad yo hubiera esperado un poco más de tiempo.

Juntos —finaliza el sobrino de Narcisse por mí—. Pensé que se había ido a Imericia luego de ese intento de atentado por parte de los protestantes.

Pues al parecer volvió sin avisar —recrimino con algo de saña.

    Claude, Luc, Catalina y yo nos reunimos en la sala del trono para poder hablar de todo esto, noticia que de por casualidad sucede cuando el embajador Franco está a nada de reportarse en la corte para ejecutar en nombre de España el próximo paso del plan del tío de Katherine, o como le dicen todos «la elección de prometida para Charles».

    Vaya, si estos ineptos supieran no tendrían que hacer todo esto, pero es muy probable que terminaría en alguien siendo enviudada y forzada a tener a Henri como segundo esposo hasta que tenga tanto a Inglaterra como a un heredero…

    … Luego es seguro que Felipe mandaría a enviudar a Katherine por segunda vez, y tal vez a algo todavía más atroz con tal de tener a todo el mundo bajo su control.

Esta aventura ilícita no es más que algo inaceptable —comenta la reina madre.

¿Henri y… María? ¡Le romperán el corazón a Charles! —la princesa hace un esfuerzo por fingir tristeza.

Floyd, Claude, ya dejen la actuación, conozco toda la treta —Catalina deambula por la sala—. Temo que Charles y Katerina exploten si se enteran de la verdad. Y con la promesa del apoyo de España, hará que alguien se sienta libre de iniciar una venganza.

    La rubia inhala mientras procesa la situación, mientras que yo le explico a Luc la verdad sobre la pueblerina.

Tengo que detener esto antes de que uno de mis hijos mate al otro —se voltea por unos segundos—. Claude, debes convencer a Henri de concluir esta relación.

Seguro —acepta aunque con algo de tristeza genuina.

Mientras que tú, Floyd me mira con algo de rabia—, asegúrate de que Nicole nunca vuelva a la corte. Sé que la Red de Fantasmas sólo responde ante las órdenes de Katerina pero obedecerás si no quieres que la vida como la conoces se vea afectada y no precisamente por mí amenaza, negando con una sonrisa, su clásica táctica.

¿Hacer que una traidora a La Red, a quien no matamos sólo porque nos llevamos bien con su familia, desaparezca de la vida de tus hijos y de la corte? Tch, será sencillo. No necesito tus amenazas ni las de España para hacer eso —sonrío socarrón en lo que me voy.

    Tal vez pueda hacer lo que debí haber hecho en un principio…

    Tal vez pueda hacer lo que debí haber hecho en un principio…

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