Capítulo XLII

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15 de Abril de 1572.
5:42 p.m.

K a t h e r i n e  d e  A u s t r i a .













—Oye... tengo algo que decirte —le cuento, poniendo sus manos en mi vientre.

    Estamos solos en sus aposentos, y por fin habíamos terminado nuestras actividades del día como rey y reina —las juntas del consejo, el decidir lo mejor para el pueblo y todas esas cosas—, así que veo que su mirada ha cambiado a una más pícara, como si... Ah, claro.

    Veo que no captó mi indirecta.

    Aunque no esperaba que lo hiciera, después de todo hemos fallado bastante durante los últimos años. La última vez —hace como un año y medio o tal vez dos— sí me había embarazado, pero lo perdí antes de siquiera pudiéramos anunciarlo ante el pueblo. Fue horrible, pero gracias a las vibras y sobre todo a Emanuelle me di cuenta de que esta vez no será así.

    La verdadera pregunta es el porqué no aparecerá en mi visión, aunque creo que puede ser lo que Catalina dijo la otra vez.

—Supongo que alguien-

—No, no es eso —sonrío—. Es claro que aún no lo notas porque aún no nacerá, pero-

—¿Estás embarazada? —me interrumpe de nuevo, sorprendido.

    Incluso contento.

—Sí —mi respuesta fue casi inmediata, y mi sonrisa aparece inconscientemente.

    Charles me abraza con cuidado, como si tuviera miedo de dañarme, aún cuando tengo sólo un mes y medio. Pero igual tiene sentido considerando mis otros intentos.

    Luego de que Claude —quien posee una experiencia particular— notara que mis pechos aumentaron un poco su tamaño y junto con Floyd también empezara a sospechar por los mareos matutinos y el extraño cansancio para la actividad física que empecé a tener, finalmente decidí hacerme las pruebas hace unas semanas. He estado hablando con el médico y al principio no lo creía por cuestiones de la profecía, pero resulta que es real.

    Estoy esperando a un hijo, el hijo de Charles.

    Nuestro hijo.

—Desearía poder decírselo a todo el pueblo, pero me temo que primero esperaremos a que se note un poco más para asegurarnos de que el bebé está bien —acaricia mi pelo.

—Lo sé, es el protocolo —ruedo los ojos—. Tu madre me lo ha dicho por años, como si ella fuera la vidente.

    Claro que tarde o temprano ella lo sabrá porque, después de todo, es Catalina de Médici. Eso y la futura abuela de nuestro hijo.

    Aún cuando le dije de mi visión, me ha estado preparando cada vez que podía hablar del tema para cuando este momento llegara por fin.

—Te dije que no teníamos que rendirnos, hermosa —me guiña el ojo—. Somos sobrevivientes, sabía que algún día lo lograríamos —besa mi frente—. Así pasó con nuestras ceremonias de matrimonio, ¿recuerdas?

    Río un poco ante eso y después Charles se impacienta a rozar sus labios con los míos, en un beso completamente lleno de felicidad y ternura.

    Es la noticia más feliz que hemos recibido desde que Mary se escapó de las narices de su medio hermano y los hugonotes volvieron a formar las tensiones en Francia, al igual que una nueva guerra civil en Escocia contra los seguidores de mi prima.

    Luego de todo el suceso de que ahora se sabe que su hijo es públicamente un bastardo, la verdad es que sorprende que siga teniendo seguidores, aunque no tanto considerando que varios son católicos casi radicales según me contaron.

Después del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora