Capítulo XXXVIII

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12 de enero de 1562.
9:55 a.m.

K a t h e r i n e  d e  A u s t r i a .















    Es curioso el cómo las personas pueden reunirse a partir de un mero chisme. Incluso aquellos que no fueron invitados a la boda oficialmente, varios nobles habidos y por haber llegaron a la corte para presenciar lo que ellos llaman «el evento del año, sino del siglo», algo que es raro tanto para mí como para Charles.

    Pero al tratarse de nosotros y todo por lo que hemos pasado, no es como si se pudiera evitar. Yo he pasado de ser una víctima infame del destino a ser una mujer con un creciente poder, y de eso a ser la nueva reina de Francia; mientras que Charles pasó de ser un príncipe algo coqueto a un rey joven y loco, y de eso a ser más respetado por su nación.

    Es claro que todo el mundo quiere ver esta boda.

    El Vaticano representado a través de uno de sus nuevos cardenales fue uno de los primeros en llegar según Felix y Claude, quienes se encargaron de recibir a todos los invitados en esta ocasión, aunque de todas las personas poderosas del mundo a ellos les esperábamos más.

    Incluso la recién llegada princesa Marguerite —o Margot según Charles— se ve impresionada por todo esto, desde que Catalina la trajo hace tres semanas de una casa algo alejada de la corte se ha unido a mi círculo de amistad, aunque parece agradarle más mi prima Elisabeth, lo que no me molesta.

    Es decir, así como yo me llevo mejor con Claude, ellas tienen derecho a llevarse bien.

¡Katherine! ¡Estás... radiante! —Greer me abraza una vez que me ve, y yo le correspondo sorprendida aunque feliz de verla de nuevo aquí.

    Es la primera vez que la veo en la corte en un largo tiempo, en realidad.

¿Y tú? Parece que te ha ido bastante bien según veo —comento, entonces veo a alguien a su lado, un hombre de pelo corto tan oscuro como sus ojos castaños—. Supongo que usted debe ser el hermano de la reina... y por ende mi primo —hablo en escocés, mirándolo un poco para compararlo con mi prima.

    En verdad se parecen. Bastante. Casi como si fueran hermanos de padre y madre.

Ah sí, Katherine, él es James, conde de Moray. James, ella es Katherine, líder de la Red de Fantasmas —nos presenta—. Has aprendido mucho, por cierto, se nota la práctica.

Gracias, Greer —sonrío.

Y también es la novia, es un placer —completa James, inclinándose ante mí.

También me agrada conocerle, James.

¡Katerina!

    Me volteo hacia la dirección en la que oí dicha voz y veo que es Kenna, quien corre hacia mí y me abraza al tenerme cerca. No ha cambiado nada, excepto en sus prendas que ahora parecen ser más refinadas que antes.

Kenna, también te extrañé —correspondo su abrazo, que termina en un leve balanceo a cada lado.

Jamás creí que un viaje tan largo valiera la pena, pero ni aunque quisiera me perdería la boda de una de mis amigas más preciadas —me toma de las manos mientras se despega de mí—. Y ahora que pareces saber escocés...

    La castaña empieza a hacer habladurías sobre algo en específico que no logro entender, tan sólo tengo un mes con la nueva tutora por lo que no hay que esperar muchos milagros. La mayoría de las frases que sé las practiqué justo para este momento y así darle una buena impresión a la mano derecha de mi prima y a Greer, quizá a Kenna por igual.

Después del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora