Capítulo XXVI

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17 de septiembre de 1561.
8:37 a.m.

F l o y d  W a s t e .














¿¡Un protestante!? ¿¡Perdiste la razón!? —pregunta Catalina con furia una vez que todos nos reunimos en los aposentos de Charles.

No —responde autoritario el rey—. Por primera vez desde hace mucho tiempo estoy sano y coherente gracias a Nicole y a su familia, su fé es una fuente de fuerza.

    Y mira a la mencionada, quien posee una cara de pena y timidez, aunque ocultas bajo una expresión casi tan seria como esta situación. Lo que le espera a esta chica, es curioso que no detecte nada de miedo en su mirar... hasta ahora.

Esto es tu culpa —la Médici se acerca enojada a la campesina.

Voy a quemar a toda tu familia en la hoguera —amenaza Narcisse.

    "Oh, ahí sí se pasó."

¿No que te gustaba su sopa de pichón, Lord Canciller? —pregunto sarcástico, fingiendo una cara de inocencia.

    Bueno, éso me dijeron una vez llegué a la granja de los Touchet anoche.

Floyd, no es momento —me susurra Katherine.

No lo entiendo —reclama la tal Marie Nicole casi frunciendo el ceño—. Charles es el rey, creí que podría tener la fé que él quisiera.

Es cierto —le sigue el mencionado—. Henry VIII se separó de Roma y liberó a Inglaterra de la opresión del Vaticano, bajo mi reinado llevaré a Francia a una nueva era dorada.

    Esas palabras enfurecieron a Katherine, cuya mano izquierda se vuelve un puño y trata de no alterar su respiración, lo que indica que su esposo logró hacer su sangre hervir. Y entiendo muy bien el por qué. Tal vez haya sido el mejor rey que haya tenido Inglaterra según muchos, pero fue definitivamente el peor abuelo que ella pudo haber tenido, y eso que jamás lo conoció. Bueno, en sí fue el peor hombre en general del que he oído jamás si se trata de formar una familia.

    Seis esposas, ¿y para qué? ¿Despreciar a cada hija que tuvo por no ser varones? ¿Decapitar a dos bajo cargos falsos, divorciarse de otras y quedarse viudo por problemas con los partos, sólo por no darles lo que él quería? Es una suerte que la abuela de Katherine haya muerto de cáncer aislada en otro castillo sin ningún médico que la ayudara, pero a pesar de parecerlo en comparación con los trágicos destinos de las otras mujeres, eso no fue para nada gentil.

    Sólo fue la primera de seis mujeres que sufrió a cambio de ser la reina consorte de Inglaterra bajo la mano de un mismo rey.

—Oh, no lo dijiste —comento en mi idioma natal mientras miro a Charles, más como un pensamiento que se escapó de mis labios que otra cosa, lo cual no es usual en mí.

    Cosa que explica el por qué todos me miran por un segundo, siendo Nicole la única con el ceño fruncido por obvias razones.

Tú no eres Henry VIII —espeta Catalina.

Y Francia no es Inglaterra —sigue Narcisse—. Cuando Inglaterra se separó de la iglesia católica, no dependía de Roma ni España por ayuda financiera, ¡Francia sí! Sin mencionar que la mayoría de tus nobles y de tus consejeros son católicos devotos, incluyéndome a mí.

Nuestra ganancia personal depende de los nobles, nobles católicos —la calma en las palabras de la rubia decae cada segundo—. Si crees que se quedarán sentados mientras un rey protestante lleva a la banca rota esta nación-

Después del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora