Capítulo II

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21 de diciembre de 1560.
8:55 a.m.

K a t h e r i n e   d e   A u s t r i a .









Espera, ¿qué? Todo lo que has hecho... Todo por lo que hemos pasado, ¿lo olvidaste?

    Parece decepcionada, lo cual no me sorprende. Lo que me sorprende más es que haya entendido mis palabras de lo tan bajita que era mi voz en ese momento, hasta por un segundo se me había olvidado cómo decir algunas palabras en francés. De hecho veo a Claude más calmada de lo que pensé que estaría, hasta Leith se encuentra impresionado por eso.

Te lo estás tomando con mucha calma —comenta el mencionado, dedicándome una mirada por un segundo antes de volver a verla a ella, como si tratara de decirme indirectamente lo rara que fue su reacción.

    Indirecta que soy capaz de entender a la perfección.

No es calma, estoy... —acaricia su pelo—... sorprendida, es todo —vuelve a sentarse en su cama, agarrando las sábanas aunque no jalándolas, entonces me mira otra vez—. ¿En serio no recuerdas nada sobre mí? ¿Sobre la corte? ¿Sobre Francia?

Nada —niego con la cabeza—. Si sé algo sobre ti es gracias a él —apunto al soldado—. Tengo suerte de no haber golpeado a ese hombre Sebastian cuando desperté.

Así que no recuerdas nada pero conoces a Bash —la princesa frunce el ceño.

No me malentiendas —alzo ambas manos por un segundo—, él estuvo ahí cuando yo desperté en la enfermería y como te dije, casi lo golpeo. No pude evitar pensar lo peor. Además, eres la primera a quien se lo digo.

¿Ni siquiera mi madre lo sabe? —pregunta mientras yo me acerco más a ella.

No, aunque creo que sospecha un poco —le digo antes de sentarme junto a ella de nuevo—. Tarde o temprano tendrá que saber, y prefiero que sea por mí. Lo mismo con Mary y Charles. Por cierto, ¿sabrás por casualidad por qué ambos actúan así conmigo?

    La dueña de la habitación de inmediato pone su mejor sonrisa pícara.

¿A qué te refieres con que mi hermano actúa... "así" contigo? —me empuja suavemente el hombro.

Sólo soy una Grande en España, de España mejor dicho. Inferior ante cualquier princesa o infante pero superior ante cualquier duque, por lo que es obvio que inclinarme ante un rey es indiscutible.

Sí, ya sé eso —rueda los ojos en broma para luego soltar un intento de risa muda.

Por favor expliquen eso de "Grande" —me pide Leith mirándome fijamente y ambas volteamos las cabezas para verlo.

No es por mi altura si es lo que piensas —le respondo, considerando la ironía que sería eso al ser algo baja.

Es lo que ella acaba de decir —empieza a explicar Claude de forma más detallada—. En España sólo hay un heredero que recibe el título de príncipe o princesa de Asturias, así como el título de Delfín que tenemos aquí en Francia. Los otros hijos que tenga el rey son llamados infantes, o infantas si son chicas, y como Katerina es sobrina de Felipe a ella le dan el título de Grande, y que yo sepa cualquiera puede tenerlo.

Y a mis hermanos también se los dieron, además, creo que Claude tiene razón con lo último, hay algunos ducados que también conceden el título según oí. Lo sé, es confuso —comento con una sonrisa incómoda y fugaz al ver su cara—. Pero básicamente soy como una princesa de un muy bajo rango en comparación a otras, o una duquesa con un rango tan sólo un poco más alto.

Después del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora